Revista Producción
PRODUCCION Agroindustrial del NOA



ECONOMIA:
LA MARCHA DE LA ECONOMIA


Luego de sufrir una profunda recesión en 1995, la economía argentina logró recuperar el terreno perdido durante el año 1996 y la evolución de algunas variables claves sugiere que este proceso de reactivación podría continuar a paso firme en el corriente año.
Los indicadores financieros muestran que continúa la recuperación de los depósitos. En los últimos cuatro meses esto ha permitido que el crédito al sector privado se expanda a una tasa anual algo superior al 20%. De esta forma, la restricción crediticia aguda que afectó a la economía durante 1995 y 1996, en especial a las Pymes, debería estar próxima a desaparecer.
Los indicadores líderes de actividad elaborados por FIEL muestran una recuperación en la demanda del mercado interno, y en la producción especialmente en la construcción, en algunos bienes durables, y en sectores ligados a la exportación.
Los resultados de comercio exterior revelan que en los primeros meses de 1997 se ha alcanzado la máxima importación de bienes de capital desde que se iniciara el plan de Convertibilidad en 1991. Si se suma a ésto una corriente estable de inversiones extranjeras del orden de 4000 millones de dólares por año, se concluye que la inversión mostrará una recuperación importante durante 1997.
Del mismo modo, las exportaciones han alcanzado récords históricos de la mano de una excelente cosecha, de la continuidad en la expansión de la producción petrolera y de la recuperación en las exportaciones de manufacturas industriales (luego de un año 1996 que mostró un ligero retroceso en este rubro). Las recientes medidas adoptadas por Brasil no afectarán este comportamiento para el agregado de la economía, aunque si pueden ser particularmente nocivas para algunos sectores.
Por último, la evolución de la recaudación impositiva también muestra una mejora, aunque algo menos impactante que lo que debería inferirse a partir del resto de indicadores económicos. Juegan aquí elementos puntuales como el exceso de créditos fiscales acumulados durante el período de recesión que ahora en la expansión pueden ser descontados por las empresas de su posición fiscal del período.
En suma, si se agregan todos estos elementos y se supone que las condiciones externas continuarán siendo favorables para la Argentina debe concluirse que este año el producto bruto crecería cerca del 6% y el consumo se recuperaría a una tasa anual un punto por debajo de la del PBI.
¿Pero, se mantendrán estas condiciones externas favorables? Los elementos disponibles permiten inferir que esto será así, al menos durante 1997. A nivel mundial la mejora apreciable en la situación fiscal de los países desarrollados sugiere que las tasas de interés reales de largo plazo se mantendrán relativamente bajas más allá de lo que decida la Federal Reserve (respecto de las tasas cortas). No existe el riesgo de repetir una experiencia traumática como la vivida a comienzos de los ’80 cuando Estados Unidos decidió apretar la política monetaria al mismo tiempo que mantenía un déficit fiscal elevado, con el consiguiente impacto sobre las tasas de interés.
En cambio aparece como más dudosa la situación de Brasil, cuyos indicadores de déficit fiscal y de deuda pública sugieren la presencia de problemas en el futuro cercano. A pesar de ello, siguen entrando capitales externos a Brasil, alentados por la promesa de un plan de privatizaciones importante. En la medida en que se concrete la venta de activos y buena parte del producido de la misma se destine a rescatar deuda tal cual prometió el Ministro de Economía la situación de Brasil debería mantenerse relativamente estable, en un contexto de recuperación de la actividad económica.
Inserta en un mundo con tasas de interés reales razonables, con crecimiento del producto y del comercio, y en una región con perspectivas de desarrollo todavía mejores como consecuencia de las reformas estructurales realizadas en los últimos años, las oportunidades abiertas a la economía argentina son muy buenas.
Por último, cabe preguntarse cuáles problemas pueden surgir en el ámbito doméstico. Aquí, aparece el problema del desempleo que no encontrará una solución fácil, aún en una economía en expansión. Todavía son muy altos los impuestos al trabajo y costosas las regulaciones laborales y ello desalienta la contratación de mano de obra. ¿Puede un desempleo elevado impulsar medidas económicas desacertadas?.
No parece que este sea el caso para las grandes reformas emprendidas, aunque ello vuelva más difícil la concreción de las que todavía falta realizar. En verdad, en los últimos cuatro años se desaceleró en forma importante el ritmo de las reformas estructurales producto de la politización de las decisiones que se inició en los meses previos a la reforma de la Constitución y que se mantuvo desde entonces por diversos conflictos. Este escenario probablemente sea el que se repita en el futuro, con reformas que se aprueban luego de largas discusiones y algún retroceso en materia de regulaciones (como se muestra con algunas propuestas de regular la actividad comercial o de como manejar la política regulatoria de los servicios públicos). En este escenario en el cual se confirma a que se mantendrá la esencia de la reforma económica argentina, pero no se avanza mucho, la Argentina tiene para ganar la aceptación definitiva por parte de la comunidad internacional de que no existen posibilidades de volver al pasado.
Y con esto basta para mantener un crecimiento del orden del 4 o 5% por año porque a la abundante riqueza natural y de capital de la Argentina le habremos agregado en forma definitiva una dosis adecuada de sensatez económica.

Daniel Artana
Director de FIEL
Fuente: Revista de la Bolsa de Cereales - Nº 3011









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