Revista Producción
PRODUCCION Agroindustrial del NOA




HISTORIA DE VIDA:
VOLAR PUEDE SER MAS QUE UN OFICIO

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Volar a sólo tres metros de altura, controlando por añadidura que el avión que se pilotea cumpla acabadamente con la operación de fumigación de campos, no es para todos. Eso lo sabe perfectamente Santiago Eduardo Seiler, propietario de la empresa Agroalas S.R.L., quien dice a PRODUCCION "cuando todos los músculos y nervios del cuerpo no están funcionando perfectamente, cuando no se puede uno concentrar 100% en la tarea, no debe subir al avión, hay demasiado en juego".
Este hombre que llegó hace casi 30 años desde Marcos Juárez y se enamoró perdidamente de Tucumán, al punto de quedarse para siempre y formar aquí su familia, enhebró recuerdos y proyectos, dejando traslucir en todo momento que lo que hace no es solamente un oficio peligroso y la fuente de sustento de su familia, sino toda una pasión.

¿Cómo y cuándo se inició en esto?.
Yo vine de Córdoba 28 años atrás, cuando recién se iniciaba el tema granos en Tucumán, y se apreciaba ya la necesidad imperiosa del avión, que por entonces se utilizaba muy poco y sólo para la caña. Llegué como piloto de José Araya y decidí quedarme. Posteriormente me convertí en socio de Araya, y al retirarse él, quedé solo al frente de la firma.
En la primera época el trabajo era toda una aventura, no había pistas, se trabajaba mucho desde el viejo aeropuerto, únicamente había dos o tres "sacha" pistas, a veces bajábamos en plena ruta. Recuerdo que una vez me ví obligado a bajar en la ruta que va a Famaillá, justo cuando atinaba a pasar por allí el entonces interventor Montiel Forzano. Pese a todas las explicaciones me llevaron preso; hoy lo recuerdo con una sonrisa, pero en aquel momento fue más que incómodo. Eran otros tiempos, carecíamos de todo lo que hoy tenemos. Desde entonces la agricultura en Tucumán creció una barbaridad, ya casi no quedan montes, cada campo importante va armando su pista, esos son todos problemas que ya no tenermos.

¿La demanda de los productores hizo que toda esa aventura valiera la pena?.
Seguro que sí. Recuerdo que por entonces tenía una maquinita muy pequeña, que no alcanzaba para todos los servicios requeridos. Se atacaba plagas de insectos, y éstas eran tan violentas que no había forma de combatirlas por tierra, eran necesarios los aviones, que no alcanzaban a cumplir las operaciones. Fue entonces como sumar 2 + 2, vimos la oportunidad y establecimos una base cuasi permanente en Tucumán.
Posteriormente se produjo una explosión en la agricultura, con desmontes de miles de hectáreas, y eso provocó que nos radicáramos permanentemente. Fundamentalmente los últimos 10 años, con el tema de la siembra directa, fueron los más explosivos, ya que si el productor no dispone de un avión para ciertas tareas, no puede sembrar. Recordemos que el suelo ya casi no se mueve, todo es base de herbicidas o insecticidas, y esa es tarea para el avión.

¿Sigue trabajando con un solo avión?.
No, hace 5 años incorporé tecnología de última generación, aviones turbohélice diseñados específicamente para arrojar líquidos o sólidos, o sea aptos para hacer este tipo de trabajo.
Las tres máquinas que tengo están equipadas con motores a turbina -no a pistón como los anteriores-, pueden operar de noche, y operan por banderilleros satelitales.

¿Qué se entiende por banderilleros?.
Cuando un avión debe fumigar un lote determinado, realiza pasadas paralelas, comenzando por una orilla. Esas pasadas paralelas se hacían antes con la ayuda de un hombre munido de una banderita con la cual realizaba señales cada 20 ó 30 metros. Nuestros aviones actuales poseen un equipo que toma señal de satélite y además posee una antena correctora que permite prescindir del banderillero terrestre. Se trabaja en pantalla con el banderillero satelital, es equipo de última generación. Todo ha cambiado. Antes el productor tenía que contratar nuestros servicios, llevar el agroquímico hasta su campo y esperar las mejores condiciones ambientales y de humedad; ahora todo eso se terminó, no se necesita de la ayuda de nadie en tierra, el avión está equipado para hacerlo todo desde el aire. Es más, cuando las condiciones no son buenas de día, se fumiga de noche, a las 2 ó 3 de la mañana.

¿Cuál es la diferencia en operar de noche?.
Por lo pronto se evitan las altas temperaturas, y todo aviador sabe que generalmente el ambiente está mucho más tranquilo. Como ya manifesté, con el banderillero satelital obviamos un grave problema sanitario, la necesidad de que haya un hombre recibiendo carga química que puede llegar a intoxicarlo.

Usted habló de tres aviones, ¿cuáles son las características de ellos?.
Tenemos dos aviones que cargan 2.000 litros cada uno, y otro de 2.800 litros, este último afectado como avión hidrante para apagar incendios.
Un solo vuelo en la actualidad equivale a cuatro vuelos de aquellos primeros aviones. Esto abarata costos y proporciona mayor seguridad.

¿Qué superficie se puede pulverizar?.
En el avión se mide litros por hectárea, y la cantidad varía mucho, conforme sea el trabajo que se realiza, pero las cifras son de entre 5 y 30 litros de caudal por hectárea, con un promedio de entre 100 y 200 hectáreas por vuelo.

¿Qué significa volar para usted?.
Toda una pasión. Yo cambiaría todo lo que hago solamente por volar. Comencé a hacerlo a los 17 años, llegué a los 19 a Tucumán desde mi Marcos Juárez natal y desde entonces estoy aquí.

¿Son peligrosos estos vuelos?.
Siempre hay una cuota de peligro, máxime cuando se vuela a tan baja altura, unos tres metros, a veces menos, y a velocidades de hasta 220 km por hora, pero el que se ponga a pensar en eso, mejor que no suba al avión. Por otra parte se vuela en la peor época del año, es decir de diciembre a marzo, con las más altas temperaturas, muy baja presión y cargado.

¿Tuvo algún accidente?.
Sí, caí tres veces, pero afortunadamente sin consecuencias graves, no sólo estoy vivo, sino entero.

¿Cómo está constituída su familia?.
Mi mujer y tres hijos, dos varones de 17 y 7 años y la nena de 15. El menor es quien "pinta" como aquel a quien le agrada más esta actividad, me acompaña permanentemente. También quiero destacar la enorme colaboración de mi esposa, sin la cual nada de esto hubiera sido posible.

¿Dónde está ubicada la empresa?.
En Las Cejas, 47 km al este de Tucumán, ya cerca del límite con Santiago.

¿Cuánto tiempo dura un vuelo normal de fumigación?.
Habitualmente los vuelos duran entre hora y hora y media, dependiendo la diferencia no solamente del tamaño del lote, sino también del trabajo realizado, ya que nuestros aviones también sirven para lanzar sólidos (fertilizantes granulados); en ese caso se arrojan muchos kilos por hectárea, lo cual provoca que, por más que se cargue a tope el avión, concrete nada más que 10 ó 15 hectáreas por vuelo, claro que éstos duran entonces de 10 a 15 minutos.
Ahora con los aviones grandes, con su gran autonomía de vuelo -cargan 900 litros de kerosen en sus alas- puedo ir hasta Catamarca, por ejemplo, efectuar la pulverización y regresar, sin necesidad de bajar.

¿Cuál es el área de influencia de la empresa?.
Muy grande, abarca Tucumán, la zona de Catamarca donde están los diferimientos impositivos, con algodón, todo el Oeste santiagueño y por el Norte hasta Tartagal. Ahora bien, esa es el área de mayor concentración de trabajo, pero nada impide que se opere -como hemos hecho- también el trigo en el sur de Buenos Aires, por ejemplo.

¿Qué anécdotas le dejaron estos casi 30 años de vuelo?.
Una que siempre cuento, sucedió en Tartagal. Allí los dueños de campos enviaban hace años a los indios a oficiar de banderilleros; con los aviones chicos de entonces realizaba por lo menos 20 vuelos diarios, iba y venía, pero a la segunda o tercera pasada, el banderillero brillaba por su ausencia. Lo que sucedía es que a los indios no les interesaba en absoluto las pasadas del avión, y cuando empezaban a sentir sed tiraban la banderita y se iban al boliche más cercano.
Nunca pude conseguir que el mismo banderillero aguardara en su lugar hasta concluir las pasadas, mirando en retrospectiva, la verdad es que los comprendo perfectamente...
Otra vez volvía de Rapelli, en Santiago del Estero, cuando me dí de repente con una furiosa tormenta de verano, de esas que se arman en un par de minutos. Volando a baja altura, me cayó un rayo que destrozó toda la parte eléctrica del avión. Lo que recuerdo es que ví una luz intensísima en la parte delantera de la máquina, un fuerte olor a azufre y el corte instantáneo de la parte eléctrica. Menos mal que el motor siguió funcionando y al descender comprobé que el rayo había recorrido toda la estructura del avión, saliendo por las terminales metálicas de las alas.

¿Qué sintió en ese momento?.
Es algo terrible, no se lo deseo ni a mi peor enemigo. En ese instante uno se pregunta qué hace arriba del avión, cómo no se decidió a ser, por ejemplo, cartero, pero claro, después pasa, y uno vuelve a las andadas.

¿Cuáles son los proyectos?.
Seguir creciendo al ritmo que nos marca la nueva tecnología. Estuve 3 meses en EEUU codeándome con estos adelantos y me dije "esto lo tenemos que tener en nuestro país, sobre todo en el Norte argentino". Estos nuevos elementos no sólo abaratan sino que facilitan la labor de nuestros productores -y por favor, que no se entienda que estoy haciendo publicidad-, el avión tiene una gran ventaja: el trabajo se realiza en tiempo y forma, en apenas unas horas por ejemplo para la aplicación de 1.000 hectáreas, cuando con máquinas terrestres, necesitaríamos al menos toda una semana. Antes el productor para hacer una aplicación en 100 hectáreas perdía todo el día, hoy llama por celular y se terminó la historia. El último aparato incorporado a nuestra flota viene por ejemplo con un caudalímetro, o sea un aparato que tira siempre la misma cantidad de litros por hectárea, cualquiera sea la velocidad del avión. Al terminar la operación de pulverizado, el GPS, el banderillero satelital, hace un mapeo del lote pulverizado; entonces uno retira el diskette, lo coloca en una computadora y se le entrega al productor, en el cual éste puede leer cuántas pasadas efectuó el avión, si quedó un "chancho" (una falla), el tiempo utilizado para realizar las pasadas, etc. Como en todos los aspectos de la vida, la tecnología llegó también y para no irse, a este tipo de tareas. Es bueno que así sea, porque en definitiva esto posibilita que nuestros campos crezcan y que el productor logre la mejor recompensa por su esfuerzo.

Por Ernesto Cepeda de Producción

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