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Sanidad: Los siete conceptos erróneos sobre la resistencia a insecticidas  |
Cuando fallan los insecticidas, el daño sufrido por los cultivos aumenta. La aplicación de medidas inadecuadas, basadas en el desconocimiento del tema, empeora el problema y constituye un serio peligro para las personas, los organismos que no son plaga y el ambiente. Lo que se sabe acerca de la resistencia a insecticidas ha permitido establecer pautas para manejarla, pero este conocimiento no siempre llega hasta quienes están directamente involucrados en el control de plagas. Entonces se procede en forma inadecuada. A continuación se analizan algunos conceptos erróneos -y bastante difundidos- que dificultan el control de las plagas y favorecen la aparición de la resistencia a insecticidas. 1.- "Vamos a aplicar el insecticida, que ya es la época en que aparecen los bichos" Esta es la famosa aplicación por calendario: se aplica el insecticida en una fecha determinada sin constatar la presencia de la plaga. El comportamiento y los ciclos de vida de los seres vivos no se rigen por fechas, dependen de las condiciones climáticas, la presencia de enemigos naturales y otros factores bióticos y abióticos. La aplicación por calendario no tendrá consecuencias sobre la resistencia si la plaga no está, pero vale la pena incluirla en esta lista porque representa gasto y esfuerzo inútiles y la liberación injustificada de insecticida al ambiente. Para evitarlo, hay que realizar un monitoreo que permita averiguar si la plaga está presente. 2.- "Vamos a aplicar el insecticida, que ya aparecieron los bichos" Que la plaga esté presente no es suficiente para aplicar una medida de control. También hay que averiguar la densidad de la población y ver si se encuentra por encima o por debajo del umbral de daño económico correspondiente. Si la densidad es inferior al umbral de daño, el costo del control será mayor que el daño producido por la plaga. 3.- "Este insecticida es buenísimo... sigamos usándolo" Sí, es buenísimo... hasta que deje de serlo. Y eso puede ocurrir muy pronto si no se aplica una estrategia de manejo de la resistencia. La aplicación alternada de insecticidas con distintos modos de acción es una de las medidas más usadas para demorar la aparición de resistencia. 4.- "¿Falló la aplicación? Y bueno, aumentemos la dosis y listo" Uno de los errores más frecuentes ante una falla de control es aumentar la dosis de insecticida o la frecuencia de aplicación. Primero hay que intentar averiguar a qué se debió la falla (los posibles motivos son diversos: desde cambios en la dureza del agua usada para diluir los formulados hasta inconvenientes en los aparatos de aplicación). Si se trata de resistencia al insecticida usado, seguir usándolo empeorará la situación. Sea cual sea la causa de la falla, apartarse de la dosis y frecuencia recomendadas es arriesgarse a dañar el ambiente y la salud humana. 5.- "Los insecticidas producen mutaciones genéticas que hacen que los bichos se vuelvan resistentes" Los productos aprobados para la venta no deberían producir mutaciones. Los insectos resistentes están presentes en las poblaciones naturales aunque no estén expuestas a insecticidas. Esto se debe a la variación bioló-gica propia de los seres vivos. Al elimi-nar preferencialmente a los insectos susceptibles, los insecticidas seleccionan aquellos individuos que poseen una característica que les permite sobrevivir en un ambiente tóxico. 6.- "¡Hay que exterminar la plaga!" Este concepto se popularizó a mediados del siglo pasado, cuando el DDT parecía la solución definitiva para terminar con las plagas. Actualmente, los expertos ya no hablan de exterminar, sino de controlar las plagas. Esto significa disminuir el tamaño poblacional por debajo del umbral de daño económico. 7.- "Los insecticidas de origen natural no producen resistencia" Esta afirmación parte de la falsa creencia, ampliamente difundida, de que, por definición, las sustancias de origen natural son menos peligrosas que las de origen sintético. Pero las propiedades de una sustancia dependen de su estructura química, no de su origen. Los insecticidas de origen natural seleccionan insectos resistentes, y los mecanismos biológicos involucrados son los mismos que confieren resistencia a los insecticidas sintéticos. Se conocen casos de resistencia a piretrinas, nicotina, abamectina, azadiractina y toxinas de Bacillus thuringiensis, sustancias todas de origen natural. El surgimiento de la resistencia a los insecticidas es inevitable, pero manejable. Las estrategias de manejo de la resistencia constituyen un subprograma del manejo integrado de plagas, y sus principales objetivos son retardar la aparición de resistencia y revertirla lo más posible en los casos en que ya está establecida. El monitoreo permanente de las poblaciones plagas, el uso alternado de insecticidas y de mezclas, la aplicación de sinergistas y la creación de condiciones que favorezcan el crecimiento de los enemigos naturales son algunas de las medidas más usadas para alcanzar esos objetivos. Numerosos ejemplos demuestran que es posible mantener a raya la resistencia durante años. En la implementación de estas estrategias deberían participar el gobierno, las empresas de agroquímicos y los agricultores, porque la resistencia a insecticidas es un problema que afecta a las personas, al ambiente y a la economía de cada país.¤ | |
 Por Raúl A. Alzogaray, Dr. en Ciencias Biológicas (UBA). Centro de Investigaciones de Plagas e Insecticidas (CIPEIN-CITEFA/CONICET), Villa Martelli, Prov. de Buenos Aires. E-mail: ralzogaray@hotmail.com |
