Revista Producción
PRODUCCION Agroindustrial del NOA




Informe AACREA:
controversia en torno de calidad, clasificación y segregación.
Desafíos del nuevo estándar de trigo

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La normativa de la Sagpya procura ofrecer un producto más adaptado a las necesidades de los países importadores, pero exigirá esfuerzos adicionales a los productores del cereal.


El nuevo estándar de trigo pan establecido por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos (Sagpya) reavivó la polémica acerca de la necesidad de mejorar la calidad, la clasificación y la segregación del trigo argentino.
Con el objetivo de fomentar un intercambio de opiniones tendiente a maximizar los beneficios para toda la cadena y minimizar los eventuales impactos negativos de los cambios en el estándar, los CREA de la zona norte de Buenos Aires organizaron una jornada abierta en la localidad bonaerense de Chivilcoy. En ese ámbito, Ricardo Negri, técnico del Area de Economía de Aacrea, expresó: "Todos los países exportadores de trigo van cambiando sus estándares en función de la demanda. No es ilógico que si el comprador necesita algunos cambios, quien le vende deba hacer ciertas adaptaciones. Sin embargo, ese criterio, que nos resulta razonable al hablar de insumos o agroquímicos, provoca cierto escozor cuando se habla de modificar los estándares de nuestro producto".
Para diferenciarse de los Estados Unidos, Australia, Canadá y la Unión Europea, la Argentina vende su trigo a bajo precio. Hace unos meses se concretaron ventas a Egipto por un millón de toneladas, y se ofertó el trigo con un descuento aproximado de US$ 45 por tonelada en relación con el producto estadounidense más barato. Esa política de venta por bajos precios trae aparejados varios problemas. El principal es que Rusia, Ucrania y Kasakhstán emplean ese mismo esquema. "Si la próxima campaña de esos países vuelve a ser buena, habrá una 'guerra de pobres'", adelantó Negri. En su opinión, los bajos precios del trigo argentino, si bien dependen de distintos factores, están vinculados en gran parte con problemas de calidad o de percepción de la calidad.

Gradual
Las modificaciones en el estándar de trigo pan serán graduales. Una primera fase entrará en vigor en octubre de este año. La segunda etapa comenzará en el mismo mes de 2006.
"El cambio es paulatino y además la decisión fue consultada. Recordemos que en otras ocasiones hubo cambios de estándares más abruptos, que se implementaron sin consulta y con sólo dos meses de anticipación. En este caso, los productores tienen la posibilidad de analizar la situación y ver qué cosas pueden cambiar", dijo Negri. Se realizó una estimación del impacto económico del nuevo estándar. Para ello se confeccionó un cuadro de situación donde se consideró como situación "actual" al promedio de calidad de las tres últimas campañas, según datos de la SAGPyA, con un precio de US$ 100 /t.
Así se permite estimar cuánto dinero dejarían de percibir los productores de las distintas regiones si sus próximas cosechas fueran idénticas al promedio de los tres últimos años y si no efectuaran cambios en la calidad de sus trigos. En todo el país, el cambio del estándar implicará casi 3 millones de dólares para los productores en la campaña que viene, y cerca de 13 millones de dólares para la campaña 2006/07.
En otro tramo de la jornada, Daniel Menella, de Trigalia SA, empresa del grupo Cargill (que actualmente posee el 17% de participación en la molienda nacional y 38% en las exportaciones de harina), se manifestó en favor de una mayor calidad y segregación.
La molinería tiene dos clientes básicos: las panaderías y la industria alimentaria. Y esta última plantea importantes exigencias. Entre ellas se pueden destacar las siguientes:
1) Elaboración de productos muy segmentados. "Se fabrica una enorme variedad de galletitas", señaló Menella. "Eso nos exige elaborar harinas con particularidades específicas para cada segmento", agregó.
2) Gran orientación a la exportación. La industria alimentaria incrementa día a día sus ventas externas y para ello debe adecuarse a las demandas internacionales. Muchas de las características finales del producto están vinculadas con atributos referidos al estado de conservación y a la calidad intrínseca del trigo. Además, varias empresas son internacionales y elaboran productos que deben tener las mismas características en cualquier parte del mundo. Un ejemplo son las galletitas Club Social y Oreo, de Kraft Foods. "La industria se está perdiendo exportaciones porque no tenemos las harinas necesarias, en muchos casos debido a que no contamos con el trigo específico para elaborarlas, o no tenemos una segregación adecuada del mismo", criticó el disertante.
3) Alto nivel de competitividad. Las empresas alimentarias rivalizan fuertemente entre sí, lo que lleva a que también exijan una alta competitividad a los molinos, que se ven obligados a bajar los costos. "Las harinas que hacemos para la industria son las más complicadas de elaborar y las que menos se pagan", dijo Menella.
4) Alta innovación. Todas las empresas tratan de sacar nuevos productos y desarrollar nuevos nichos o segmentos de mercado.

Los molinos
Básicamente, la industria molinera requiere previsibilidad de parte de los productores. Según Menella "necesita saber en todo momento qué está comprando y qué es lo que va a recibir". Las harinas tienen especificaciones claras, por lo cual los trigos deben cumplir con ciertos parámetros de valor W, estabilidad, proteínas, gluten y DON (deoxynivalenon; micotoxina producida por el Fusarium). "La molienda es un proceso de transformación, donde la calidad de las harinas obtenidas está estrechamente relacionada con el tipo y la calidad del trigo utilizado", explicó Menella. "Nosotros transformamos al grano de trigo. Si bien con ciertos procedimientos podemos mejorar determinados atributos en el producto final, no podemos ir mucho más allá del trigo que recibimos", distinguió. El orador recordó que en la Argentina hay, básicamente, dos tipos de trigo: pan y candeal. Este último se cultiva mediante convenios de producción. Los canadienses y los australianos, en cambio, tienen muchas más clases de trigo. "Lo que nosotros llamamos trigo pan, en Canadá, son cinco clases distintas de trigo. Y nosotros lo tenemos como una única cosa, aunque hay diferentes variedades. Pero esa diversidad se está perdiendo desde el momento en que no se segrega ni se clasifica". Menella sugirió avanzar en la búsqueda de una mayor calidad.
Desde el punto de vista de la genética propuso:
1) Reducir las cenizas y aumentar el peso de 1000 granos. Trabajar en variedades con resistencia a enfermedades, con énfasis en el Fusarium.
2) Diversificar el uso de cultivares. Sembrar trigos blandos y soft. "De los cinco grandes exportadores, somos los únicos que no tenemos ese tipo de trigos", explicó. También recomendó dar más impulso al durum (candeal), que actualmente se maneja por producción cerrada.

Satisfacer la demanda brasileña
Pablo Panza, de la compañía Syngenta, se manifestó a favor de introducir cambios que contribuyan a mejorar la calidad y la homogeneidad del trigo local. "A nuestro principal cliente -Brasil- le cambiamos las reglas de juego: hasta hace unos años en la Argentina había una segregación basada en variedades. Pero hoy les mandamos indistintamente trigo de los grupos 1, 2 y 3 de calidad, lo cual no les sirve, porque los molinos necesitan homogeneidad", criticó.
La reacción no se hizo esperar: "Ya van dos años en los que la producción triguera de Brasil supera los cinco millones de toneladas. El Embrapa (institución brasileña de características similares al INTA) está elaborando variedades de mayor fuerza alveográfica", dijo Panza.
A su vez, Brasil está desarrollando otras regiones productivas. "La zona de los Cerrados tiene 80 millones de hectáreas para incorporar a la producción. Y allí, lentamente, se está comenzando a sembrar trigo. Imagínense lo que podría ocurrir a mediano plazo", enfatizó el técnico. Brasil está aumentando fuertemente la producción de trigo en los últimos años, pero enfrenta una desventaja; al ser un país de dimensiones continentales, el transporte interno de ciertas zonas productivas a los principales puertos y centros de consumo resulta sumamente oneroso, lo cual es una ventaja para la Argentina. Se podrían capitalizar muchas oportunidades si se abasteciera a Brasil con trigos acordes con los requerimientos de su molinería. Una de ellas es el extraordinario potencial de crecimiento de pastas y panificados. El consumo brasileño anual es de 30 kilos per cápita, mientras que la OMS recomienda un mínimo de 60 kilos. Sin duda, se pueden generar importantes negocios con nuestros socios del Mercosur.¤

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