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Uso del agua: Déficit hídrico, cómo minimizar sus efectos sobre el cultivo de maíz  |
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El maíz posee una elevada eficiencia en el uso del agua (en comparación al cultivo de soja) debido a que su metabolismo C4 le permite captar mayor cantidad de dióxido de carbono del aire, por unidad de agua transpirada. Se considera que en función de las diferentes condiciones climáticas y de manejo del cultivo, los valores en la eficiencia con que el maíz aprovecha el agua para la producción granífera, oscilan entre los 10 y 24 Kgs. de grano por hectárea y por mm de agua. El adecuado conocimiento que tengamos de los requerimientos hídricos del cultivo en relación a la disponibilidad de agua y el ambiente, nos permitirá programar prácticas de manejo que permitan alcanzar una mejor coincidencia entre la magnitud y oportunidad de las precipitaciones y la demanda de agua del cultivo; de esta relación surgirá también, si es necesario y rentable, la diagramación de estrategias de riego complementario. Son variadas las estrategias de manejo que se pueden implementar para minimizar el problema de la deficiencia hídrica sobre el cultivo. En base a las recomendaciones de Uhart, Andrade y Frugone (1996), se destacan las siguientes: • I)- Elección del cultivar o material a sembrar: para ello se deben conocer (existen algunos), los estudios sobre la estabilidad de rendimiento que en diferentes ambientes, muestra cada uno de los cultivares más promisorios para cada zona; estos estudios nos orientarán acerca del comportamiento que cada material ha tenido bajo situaciones de estrés hídrico, permitiéndonos su elección. Los híbridos "modernos" tienden a ser muy rendidores en ambientes de alta producción, pero generalmente también muestran (con algunas excepciones), igual o mejor comportamiento que los híbridos "antiguos" en ambientes poco productivos; • II)- Otro factor a considerar es el ciclo del cultivar; esto es muy importante junto al manejo de la fecha de siembra, para evitar la coincidencia del momento crítico en que se define el rendimiento final del cultivo (que está alrededor de la etapa de floración), con el período de mayor probabilidad de déficit hídrico. Todo cultivar o material de un ciclo tal que tenga altas probabilidades de producir su floración en una época que para la zona tiene un tradicional período seco, no debe ser elegido; • III)- El cultivar seleccionado debe también cumplir con ciertas características morfológicas y fisiológicas que le permitan resistir mejor la falta de agua en cierto momento del cultivo; entre las más importantes están: • III a)- Que tenga un corto intervalo de tiempo entre el momento de formación de la panoja y la aparición de los estigmas (comúnmente llamados barbas del choclo); • III b)- Panoja pequeña y poco ramificada, lo que implica un menor gasto de energía en producción de polen y por lo tanto una menor dominancia de la panoja sobre la espiga, la que entonces tendrá una mayor capacidad de fecundarse (producir granos), y • III c)- Tamaño reducido de planta: la disminución del crecimiento del tallo durante el momento crítico de determinación del rendimiento (floración), permite atenuar la competencia por fotosintatos entre órganos vegetativos y reproductivos; esto reduce la competencia interna de la planta y le permite una mayor tolerancia a la competencia entre plantas, que es alta cuando el agua escasea; al mismo tiempo el carácter "braquiblasto" (tallo de entrenudos cortos) de muchos híbridos modernos, está asociado con una mayor fijación de granos; • IV)- Fecha de siembra: Se debe conocer las fechas con probabilidad de ocurrencia de estrés hídrico para las plantas, estimadas en función de variables meteorológicas y edáficas (profundidad de suelo, capacidad de retención de agua); con esta información se debe planificar evitar que los momentos críticos de determinación del rendimiento, coincidan con los probables de ocurrencia del evento mencionado (falta de agua); • V)- Densidad de plantas: En sistemas de secano, la densidad de plantas por hectárea debe ser establecida contrastando la oferta ambiental de la zona con la sensibilidad de la especie y el cultivar, a la competencia por los recursos (entre ellos el agua). Aquí el principal factor es el tamaño de planta o su capacidad de cobertura del suelo, por lo tanto se debe regular la densidad procurando no perder demasiada capacidad de captación de radiación solar ni generar muy altas y rápidas coberturas que impliquen un consumo mayor y más acelerado del agua disponible. Una muy alta densidad puede producir coberturas similares a las alcanzadas con una densidad algo menor, pero la Tasa de Crecimiento por Planta en la primera, será menor y habrá entonces más riesgo de esterilidad (no formación de grano), ante cualquier factor de estrés. En cultivos bajo riego se deben usar altas densidades para maximizar la producción; bajo secano y en áreas de media a baja productividad, es preferible densidades moderadas, dado que las pérdidas de rendimiento por superar la densidad óptima en años secos, es generalmente mayor que lo que se deja de producir por tener menor densidad en los años húmedos; en secano y áreas de mediana productividad se deben usar híbridos prolíficos y plásticos en tamaño de espiga, para aprovechar mejor los años buenos, y • VI)- Fertilización: Contra el estrés hídrico, es importante la fertilización fosforada, ya que incide en el crecimiento de las raíces y la mejor exploración del perfil; el P aumenta la eficiencia de uso del agua, pues interviene en muchos procesos metabólicos relacionados con el crecimiento. Indudablemente que el nivel de fertilización fosforada deberá ser decidido en función de un previo análisis de suelo. Si estas características de planta y estrategias de manejo son respetadas, tendremos alta probabilidad de minimizar los efectos de una sequía temporal sobre el cultivo, y asegurarnos altas producciones graníferas bajo situaciones de disponibilidad normal de agua.¤ |
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Por Ing. Zoot. Guillermo O. MARTIN (h) Cátedra de Forrajes y Cereales - FAZ - UNT |
