Revista Producción
PRODUCCION Agroindustrial del NOA


PASTOS TROPICALES:
Tecnología necesaria para la ganadería regional (1era. Parte)

Las consideraciones que se presentan a continuación no pretenden agotar el tema de la problemática ganadera local en cuanto a la participación de los pastos tropicales como elemento tecnológico a incorporar a los sistemas, sino introducir al productor en la necesidad de considerar que el modelo tradicional, que funciona con base de monte y rastrojos, no brinda ninguna posibilidad de obtener soluciones satisfactorias en términos de las expectativas de eficiencia y productividad.
Los censos y encuestas que se realizaron para determinar la participación de las pasturas cultivadas en los sistemas de producción ganaderos de la región, arrojan sistemáticamente un resultado equivalente a 15 cabezas por cada hectárea de pastura implantada. La situación se agrava si consideramos solamente las pasturas perennes, ya que las anuales nos plantean la problemática del laboreo permanente que afecta la estabilidad de los suelos.
Esa situación alentó a presentar una visión del potencial que los pastos tropicales ofrecen a la región, así como algunas de sus limitaciones.
Entendemos que la escasez de praderas perennes en nuestros campos no se debe a una falta de interés, sino que el establecimiento y manutención de ellas presenta un cúmulo de requisitos que al no ser considerados en su totalidad pueden conducir al fracaso en la implantación o a no obtener de la pradera la persistencia o la productividad esperada. Esto, como es lógico suponer, desalienta nuevos intentos, que además tienen un costo considerable.
Sin embargo el avance en el conocimiento en este tema hace que podamos insistir nuevamente con esta alternativa, cada vez con mayores posibilidades de éxito.

LAS PASTURAS SON LA BASE DE LA GANADERIA

Los sistemas actuales de producción agropecuaria deben ser eficientes, rentables, y sostenibles. El cumplimiento de estos requisitos hace necesario un enfoque totalizador y que la toma de decisiones abarque soluciones sobre estas tres premisas básicas.
Afrontar el desafío de una producción ganadera implica garantizar un programa y una infraestructura que debe cubrir los requerimientos de provisión de agua y alimentos, sanidad, estructura genética adecuada de la población animal, un sistema de comercialización apropiado, y una administración eficiente. Todos estos elementos deben funcionar en conjunto para conseguir el éxito de la empresa.
La producción ganadera asienta sus bases en las fuentes de provisión de forrajes. Una buena base forrajera garantiza el éxito del sistema de producción y posibilita la implementación de un paquete orgánico de normas tecnológicas tendientes a hacer el campo más eficiente y rentable, atendiendo a las premisas de conservación de recursos y sostenibilidad.
Cualquiera sea el tipo de ganadería que se pretenda instrumentar (tambo, invernada, cría o sus combinaciones entre sí y con agricultura) puede ser implementado desde distintos puntos de vista, que van desde lo absolutamente pastoril hasta los planteos de confinamiento total. El común denominador es que el problema de la alimentación toma vigencia capital en todos ellos.

EL PROBLEMA LOCAL

Nuestro medio se caracteriza por tener un clima monzónico con lluvias de verano e inviernos fríos y secos, con particularidades zonales de mayor o menor precipitación y de diferente período de heladas. Frente a esta situación, el recurso forrajero presenta limitantes cuando trabajamos en zonas de secano: no existen pasturas invernales que produzcan razonablemente por debajo de los 600 mm. de precipitación anuales y tampoco se cuenta con alternativas de leguminosas que integren, hasta ahora, los recursos pastoriles de la región.
En este último caso la opción se reduce a las forrajeras denominadas tropicales o de carbono 4 (C4), también llamadas megatérmicas, que se caracterizan por tener en general, crecimiento explosivo durante el ciclo húmedo, y detenerlo completamente durante el período de heladas. Para nosotros esto significa poder contar con pasturas en estado vegetativo desde los meses de noviembre a mayo aproximadamente. La variación en cuanto a localidades y año podría darnos un lapso de utilización del pasto en estas condiciones, que fluctúa entre 150 y 210 días por año.
Estas forrajeras, que trabajan con mayor eficiencia en el uso del agua, tienen como desventaja una menor calidad nutritiva que las de zona templada, lo que no inválida su uso, solamente las hace diferentes, y plantea la necesidad de usar una tecnología apropiada para su manejo.

COMO SELECCIONAR EL PASTO A IMPLANTAR

El productor deberá optar por una especie o cultivar con auxilio de un profesional en materia, ya que la decisión de compra de la semilla no se basa solo en las precipitaciones más probables de la zona, sino que la condición de suelos tiene una importancia definitoria, y es causa frecuente de fracasos en la implantación.
Seleccionar la base forrajera implica que debemos atender a una serie de problemas que actúan como condicionantes o limitantes de nuestras decisiones.

Consideraciones breves de estas condicionantes:
a) Debemos contar con los datos más confiables posible de la situación climática. Resulta importante aclarar en este punto, que los valores promedio de precipitación zonales deben ser complementados con información referida a la variación de este indicador en una serie de años (mínimas y máximas), y de ser posible la distribución en el período estival.
Esta información puede llegar a sorprender, ya que zonas marcadas con promedios de 750 mm. anuales presentan registros que fluctúan desde 500 hasta 1100, y esto influye marcadamente en la producción forrajera, dependiendo de los cultivares disponibles en el campo.
Este ejemplo no es una situación puntual, sino que se presenta frecuentemente en toda la región subtropical. Se hace necesario contar, entonces, con un conjunto de cultivares capaces de mantener la productividad del campo a pesar de las bajas precipitaciones y que permitan aprovechar al máximo el potencial de los años de buenas lluvias.
Esto no quiere decir que el productor deba convertir su campo en un muestrario de pasturas, sino que es importante contar con más de una especie.
Así, por ejemplo, una zona de 800 mm. de precipitación promedio, puede optar por Brachiria o Gatton Panic como pastura base, pero no debe dejar de considerar la necesidad de una porción de su superficie implantada con Buffel Grass Cv. Biloela o Grama Rhodes, que, aunque de menor capacidad de producción, la mantienen en los años de menores precipitaciones.
b) La primera acción a realizar es un inventario de potreros que nos informe de sus condiciones particulares en cuanto a las características del suelo.
Por ejemplo, el nivel de fertilidad química o física puede estar muy disminuido en suelos que salen de agricultura, y aunque las condiciones generales de la zona sean buenas, tendremos un problema local, que si no se corrige, limitará la expresión del potencial de crecimiento de la pastura. Esto puede explicar los diferentes comportamientos que se observan muchas veces, en lotes vecinos con una misma pastura.
Si este problema se presenta, y no hay posibilidades, físicas o económicas de solucionarlo, habrá que optar por una pastura de menor capacidad de producción, pero más adaptada a la situación particular que se trate.
De igual modo, en regiones de suelos salinos, aunque la precipitación alcance o supere los 800 mm. anuales, nos veremos obligados a recurrir a la Grama Rhodes, y a aceptar las restricciones que esta pastura nos imponga en cuanto a su capacidad de producción y calidad.
c) En cuanto al período de heladas, debemos decir que su consideración es importante, ya que las pasturas tropicales detienen su crecimiento con las bajas temperaturas.
No existen pasturas disponibles con resistencia a heladas, lo que hace que nos remitamos a establecer un ranking de pasturas según su capacidad de soportar las bajas temperaturas con mayores o menores problemas.
Por ejemplo, Setaria o Panicum Coloratum, pueden tener un mínimo de crecimiento durante el invierno si este no es muy riguroso. De cualquier modo sólo se conseguirá presencia de algunas hojas verdes en el diferido, lo que resulta insuficiente para las expectativas de producción de sistemas de invernada, pero pueden resultar interesantes en los sistemas de cría.
Estos tres condicionantes deben tenerse en cuenta para seleccionar una especie y/o cultivar o una combinación de ellos según las necesidades (cubrir el año con cantidad y calidad apropiada de forrajes) y las condiciones particulares de cada campo. Desconocerlos conduce a una selección errónea de la pastura y a los fracasos tan frecuentes en la implantación de praderas.
Ing. Zoot. Pedro G. Pérez - Ing. Zoot. Manuela Toranzos de Pérez









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