AGRONEGOCIOS: LA CALIDAD LEVANTA VUELO
Ya sea la obligación que le imponen los mercados internacionales o tras mejores ventajas del plano local, el sector agroalimentario argentino apunta calidad. Los empresarios se acercan a las normas internacionales ISO. Se estima que en 2 años no se le podrá vender a la Unión Europea sin ISO 9000. En 10, el requisito será la ISO 14000. Certificará la buena relación de la empresa con el medio ambiente. El consumidor marca el ritmo.
La calidad empieza por casa" decían las abuelas. No se equivocaban. En estos días, los agronegocios quieren empezar a moverse al ritmo de esa verdad al fin. La industria alimentaria, y su principal aliado, el campo, que la abastece de materia prima, están pidiendo pistas. Intentan volar de una manera distinta.
Ya sea por obligatoriedad, presionado por los exigentes mercados mundiales o en la búsqueda de ventas competitivas, para pelear con los productos importados en las góngolas locales, de a poco el sector se está subiendo al concepto de calidad. Certificados de normas internacionales ISO, el desafío del sistema "Kanban" o "just in time" de los japoneses, el control de riesgo en los puntos críticos del proceso (HACCP, según su sigla en inglés) y una larga lista de nuevas corrientes, apuntan a un mismo objetivo: levantar vuelo para aterrizar, con niveles de negociación superior, tanto en el mercado interno como el internacional.
PARA VENDERTE MEJOR
"Este nuevo modelo que rige el comercio mundial está basado en la demanda o impone estructuras de producción flexibles, con la capacidad tecnológica y el control de la calidad necesarios para adecuarse rápidamente a los vaivenes del mercado. Y para las industrias alimentarias situadas en países no comunitarios, la certificación del sistema de calidad es un pasaporte que permite el acceso a la Unión Europea" indica un informe elaborado por la Fundación Expot. AR (ente que promociona las exportaciones bajo el ala de la Cancillería). Los factores que determinan el éxito de ventas de un producto son numerosos. Pero los laureles se los lleva la calidad, tal como la percibe el cliente.
El continuo incremento en la globalización del comercio presiona a desarrollar un sistema uniforme de aseguramiento de la calidad (que involucra a toso el proceso y a todos los actores de la cadena) avalado por un certificado o diploma que el cliente (industrial, proveedor o consumidor) puede exigir. En cualquier momento.
Las razones para darle el sí a la gestación de calidad son de peso y de pesos: exigencias del cliente, menores riesgos, reducción de costos, mejora de la imagen, crecimiento de las ventas, prevención de defectos del producto, reducción del tiempo de respuesta.
SE VINO LA ISO
"Primero se sumaron los sectores petroquímicos y metalmecánicos, luego le siguieron los servicios, y de a poco están apareciendo las alimentarias. La aplicación de las ISO apremia. Como ejemplo basta un caso: para entrar con productos pesqueros a la Unión Europea tienen que estar certificados, no hay otra salida" indicó a Clarín Rural Mariano Alvaro, gerente comercial de la filial argentina de la certificadora francesa Bureau Veritas. En el plano local compite con otras consultorias: una danesa, otra inglesa y una tercera suiza. El Instituto Argentino de Racionalización de Materiales (IRAM) también encaró la certificación. Y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) asesora en el tema a pequeñas y medianas empresas.
"No es que la UE esté exigiendo ISO 9000, es que la gente en Europa reclama niveles de calidad, presentación de productos y una relación privilegiada con el medio ambiente. Lo interesante es que todo este proceso va muy rápido porque los que prenden aceleradamente son los consumidores. También en el plano local", manifestó Hector Ordoñez, secretario técnico de la Unidad de Coordinación de Agronegocios Alimentarios de la SAGyP.
Por estos lares, dentro de las alimentarias ya hay punteros. Arcor tiene una planta certificada y otras en proceso. Sabores y Fragancias también está en ISO 9000. Cargill certificó dos plantas de procesamiento de semillas oleaginosas (Quequén y San Martín) y piensan incorporar más secciones. ;Molinos Río de La Plata hizo lo mismo con su línea Matarazzo. Entre las que están en proceso se encuentran las industrias frigoríficas Quickfood, Cepa y Swift. También la polifuncional Pecom Agra y Givaudan Roure (que se dedica a sabores y fragancias), y una nómina que se alarga día a día.
Hagamos una comparación con los vecinos más atractivos. Si se suman las certificadas de todos los rubros, Chile cuenta con 40 empresas (un poco más que la Argentina). Brasil tiene 800. El tema preocupa. Más si se tiene en cuenta que los pronosticadores aseguran que en 2 años no se va a poder entrar a los mercados de altos requerimientos son ISO 9000, y en 10 años sin ISO 14000 (relación de la empresa con medio ambiente).
Estas normas de calidad no solo se instalan en la industria alimentaria sino que van a tocar a proveedores y productores. Para producir eficientemente tendrán que hermanarse con la industria y, además, esta los va a exigir que estén en ISO. Po ahora las certificadas del sector le poden una demostración histórica de buenos antecedentes (en cuanto a calidad).
VENTAJAS
Los especialistas hacen sus cuentas. La reducción de los costos ocultos en todo el proceso (15 al 25% de la facturación de la empresa) es la primera consecuencia de encarar una gestión de calidad. A una empresa láctea grande apuntarse en las normas ISO le puede costar unos 200.000 dólares). El proceso puede durar como mínimo un año. En ese tiempo la empresa logrará una reducción de costos del 5% más barato en tres años. A partir de ahí anualmente restará otro 1%.
En la Argentina, se asegura que los consumidores de alimentos, que gastan en conjunto entre 50 y 60.000 millones de dólares por año, se pueden ver beneficiados con una reducción de precios del 5%.
Resulta tentador. ¿A quién no le gustaría aprender a volar?
Por Liliana B. Cobelo
Fuente: Clarin Rural
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