El aumento en la frecuencia de olas de calor, sequías y eventos de precipitaciones intensas, que se prevé para los próximos 50 años, pondrá en riesgo la seguridad alimentaria. Especialistas del INTA estudian cómo aumentar la resiliencia de los principales cultivos. La alta variabilidad e intensidad de los fenómenos climáticos obliga a modificar las estrategias para la producción agrícola. En este sentido, urge la necesidad de contar con cultivos resistentes y adaptados a fin de que los efectos del cambio climático tengan el menor impacto posible sobre ellos. Pero, ¿es posible reducir su vulnerabilidad y aumentar su capacidad de resiliencia? ¿Estamos a tiempo de lograr cultivares resistentes al clima que se viene? Para Guillermo Eyhérabide -coordinador programa nacional Cereales y Oleaginosas del INTA Pergamino, Buenos Aires-, el potencial de adaptación al cambio climático se basa en el mejoramiento genético y en la agronomía. "Nuevas tecnologías agronómicas y genéticas podrían focalizar sus esfuerzos en contribuir a la solución de fenómenos menos extremos y, por lo tanto, más frecuentes". Para Eyhérabide, el abordaje de la problemática del cambio climático desde el mejoramiento genético debe ser lo "suficientemente abarcativo" a fin de contemplar desde la búsqueda de fuentes de variabilidad genética para características adaptativas y el premejoramiento hasta el mejoramiento propiamente dicho. "De esta forma, -especificó Eyhérabide- podrían conciliarse estrategias de selección que resuelvan el dilema entre la necesidad de acortar la duración de tiempo de cada ciclo de selección y la necesidad de exponer los genotipos bajo selección a una muestra ambiental que resulte representativa de la variabilidad climática de cada región"
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