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Nov/Dic 2014


Congresos

Congreso Tecnológico CREA 2014

El Congreso Tecnológico CREA 2014, se desarrolló en Mar del Plata, Rosario y Santiago del Estero de manera simultánea, el 8 y 9 de Octubre.

Revista PRODUCCION: Congreso Tecnológico CREA 2014
 
Revista PRODUCCION: Congreso Tecnológico CREA 2014
Federico Bert
 
Revista PRODUCCION: Congreso Tecnológico CREA 2014
Fava Neves
 
Revista PRODUCCION: Congreso Tecnológico CREA 2014
Jobba
 
Revista PRODUCCION: Congreso Tecnológico CREA 2014
Ricardo Negri
 
Revista PRODUCCION: Congreso Tecnológico CREA 2014
Rap
 
Revista PRODUCCION: Congreso Tecnológico CREA 2014
Gabriel Vazquez Amabile
 
Revista PRODUCCION: Congreso Tecnológico CREA 2014
G. Martini
 
Revista PRODUCCION: Congreso Tecnológico CREA 2014
Victor Sandras
 

Prepararse para el próximo gran salto productivo

"El mundo nos demanda más y mejores alimentos, fibras y energías. Es para nosotros una oportunidad y una obligación contribuir a satisfacer esa demanda. Para eso necesitamos dar un salto productivo. Producir más y mejor. Y las tecnologías serán, sin dudas, la clave para esto".
Así lo indicó Federico Bert, coordinador temático del Congreso Tecnológico CREA, al presentar el evento que se desarrolló en Mar del Plata, Rosario y Santiago del Estero de manera simultánea.
"En los últimos quince años demostramos que, de la mano de la tecnología y traccionados por una demanda creciente, somos capaces de aumentar cualitativamente la producción", aseguró Bert.
"Hoy estamos en un momento clave: un contexto futuro con muchas oportunidades pero con una ralentización del crecimiento productivo. Esto es resultado, en parte, de la aparición de nuevos desafíos y del resurgimiento de problemas que parecían solucionados. Pero esa ralentización quizás sea una pausa antes del envió para dar un nuevo gran salto", añadió.
"La particularidad de hoy es que tenemos la obligación de que el aumento de productividad sea sostenible; tenemos que aumentar la producción pero minimizando el impacto sobre el ambiente. No hay otra opción, no sólo porque necesitamos conservar los recursos naturales para garantizar productividad en el futuro, sino también porque tenemos una demanda creciente de la sociedad", señaló.
Bert dijo que el formato del Congreso "es funcional al desafío que se nos presenta: dar un nuevo salto productivo supone abordar temas generales, transversales a actividades y zonas, pero también temas específicos a cada región".


Expandirse en momentos de fortalezas y diversificarse en tiempos de amenazas

"En los últimos años aprendimos por la fuerza que no existe más la agricultura simple, que no implique caminar mucho por los lotes y que se maneje a control remoto", aseguró Ricardo Negri en su participación en el Congreso Tecnológico CREA 2014.
El líder de la unidad de Investigación y Desarrollo de Aacrea recordó en su disertación que cuando una tecnología de insumos irrumpe, genera un aumento en el valor de la tierra, mientras que la tecnología de procesos no siempre traslada su valor a ese activo clave porque existen, en tal caso, diferencias entre empresas.
Sin embargo, advirtió que no hay ninguna tecnología útil "si uno no sabe a dónde va".
Por ese motivo, el desafío más grande de las empresas alcanza a los equipos de trabajo: dueños (estableciendo los intereses), directivos (indicando cuál es el camino) y gerentes (haciendo las cosas bien).
"Esto que parece muy simple no se observa en muchas empresas: algunas no tienen en claro cómo definir sus objetivos, mientras que en otras los objetivos están acordados con los dueños", comentó.
"Pensamos en el futuro, pero no lo hacemos adecuadamente. Apenas el 30% de las empresas dan participación a las futuras generaciones. La mayoría lo hacen individualmente, lo cual no es sustentable en el largo plazo. Si no se dan esas discusiones pensamos como gerentes hablando del resultado anual, pero no del futuro", razonó Negri.
"Cuando no se sabe quién piensa en el largo largo plazo, difícilmente se pueda ser atractivo. Hoy nadie sigue a una persona si no le dice a dónde lo lleva. Si los gerentes no son claros al marcar el camino, difícilmente podrá sostenerse", confió Negri.
La falta de estrategias simples implica que los empresarios no tienen en claro hacia dónde ir. Y esto termina influyendo al contextualizar a la empresa con el torno. Así, si el contexto presenta un entorno de posibilidades, invita a jugarse enteros. Pero si el entorno es amenazante, o no se avanza o se lo hace con mucha cautela.
"Por eso me asusta ver empresas que estando débiles en un contexto amenazador, no están en una posición de defensa. Y son muchas las empresas que están en esta situación. Pero también me asusta ver que muchas empresas, que están fuertes, no perciben las oportunidades. La función social del empresario también tiene que ver con expandirse en momentos de fortalezas y de oportunidades y de diversificarse en momentos de amenazas", concluyó Negri.


Las claves del éxito empresario

"En 1878 llegó el ferrocarril a Tucumán. Ese fue el comienzo de la industria azucarera", señaló Julio Colombres, industrial azucarero y productor agropecuario, durante una conferencia ofrecida en el Congreso Tecnológico CREA que se desarrolló en Mar del Plata, Rosario y Santiago del Estero de manera simultánea.
"En 1902, nuestro abuelo compró el ingenio Santa Bárbara, que producía 2.000 toneladas de azúcar por año. Eso implicó brindar a mucha gente una serie de facilidades, que corrieron por cuenta de la empresa. Había que dar a los trabajadores, educación y salud. Esa cultura se mantuvo hasta la actualidad; hoy tenemos un instituto secundario para los hijos de nuestros obreros".
Con el tiempo, el ingenio Santa Bárbara multiplicó por cien su producción azucarera, llegando a las 200.000 toneladas anuales. Además produce energía eléctrica y etanol.
La historia de éxito de esta empresa, en el marco de los avatares de la economía del país desde el siglo pasado hasta la actualidad, dejó una conclusión, según el disertante: "Debemos aprender algo. La dirigencia se separó del pueblo. Y hoy el pueblo nos percibe como gente que busca apropiarse de aquello que les pertenece. Por ende, tenemos que hacer una alianza para revertir esta percepción social de la gente. Porque si no la hacemos, ante cualquier problema económico, siempre habrá gente pícara dispuesta a utilizar a la población, aprovechando que no se siente identificada con nuestra dirigencia".
Para concluir, Colombres lanzó una invitación "a trabajar juntos en un plan estratégico que reúna a las mejores personas capaces de llevar adelante una política nueva".
La siguiente charla estuvo a cargo del contador César Torres, quien buscó esclarecer algunas cuestiones básicas vinculadas con la administración de las empresas agropecuarias.
"Ante todo, hay que preguntarse en qué está trabajando el dueño de la empresa. ¿Está funcionando en un rol de liderazgo? ¿Está realizando tareas de administración? ¿O cumple un rol operativo? Muchas veces el empresario participa en esas tres funciones al mismo tiempo. Lo cual no está mal, siempre y cuando tenga clara cuál es su función", dijo Torres.
La empresa debe llevar a cabo tres tareas: producir, vender y administrar. El disertante la comparó con un helicóptero. El motor es la producción. Pero sin aspas, no puede volar, por más potencia que tenga. Allí entran en juego las hélices, que son la comercialización. Eso le permite despegar. Pero seguramente mantendrá un rumbo errático; para que eso no ocurra, está el rotor de cola, que permite direccionar al helicóptero. Esa es la administración.
"El empresario debe hacerse en todo momento tres preguntas: quién soy, qué tengo que hacer y cómo hacerlo", dijo Torres.
Para que una empresa funcione necesita recursos. "Esos son los activos del sistema contable", dijo. "Es el dinero que tengo, el dinero que me deben y todo aquello que tengo para usar". Pero también están los pasivos. "Si alguien me regala medio millón de pesos, ¿le debo algo a alguien? Sí, al Estado. Se llama impuesto a los bienes personales. Como ven, la sola existencia de activos deriva automáticamente en pasivos".
El disertante dio un consejo a los empresarios: "Piensen dónde quieren estar dentro de diez años. Una vez que lo hayan logrado, diseñen todo lo que tienen que hacer para llegar a esa meta. Y coloquen a todas esas acciones dentro de un eje estratégico".
Para concluir, dijo: "Los invito a que definan los modelos de trabajo, proyecten los escenarios y desarrollen los mecanismos de control para saber en todo momento qué ocurre con su dinero".


Biodiversidad: la clave del futuro de la agricultura

"Si declaramos una guerra contra los insectos, erramos la estrategia. Podemos pensar el tema de manera diferente: debemos competir contra los insectos, para lo cual es necesario entrenarse en lugar de armarse".
Así lo indicó Daniel Igarzábal, director del Laboratorio de Investigación, Desarrollo y Experimentación Regional (Córdoba). "La civilización humana lleva en el mundo unos 12.000 años, mientras que los insectos tienen 500 millones de años y, por lo tanto, tienen una experiencia bastante mayor que la nuestra. Ambos queremos lo mismo: alimentarnos y reproducirnos. Podemos pensar que, si ambos deseamos lo mismo, los insectos son nuestros enemigos y tenemos que declararle la guerra con un arsenal de productos químicos. Pero los insectos tienen sus propios mecanismos de defensa contra ese arsenal a partir de una experiencia mucho mayor que la nuestra", explicó Igarzábal.
El investigador dijo que la mitad de los tratamientos contra insectos que se aplican en la Argentina no tienen respuesta económica porque se realizan de manera preventiva, en momentos inadecuados o con dosis incorrectas, entre otros factores. "Los tratamientos además no consideran el impacto que tienen en la fauna benéfica, que debería considerarse como un aliado", comentó.
"Tenemos que trabajar pensando en el bien común, en un marco en el que nos beneficiemos todos, trabajando en una agricultura que funcione con un aumento ordenado de la biodiversidad como mecanismo de defensa natural contra las plagas", añadió.
En Argentina, por ejemplo, solo el 2% de la superficie de maíz hace refugios para prevenir la resistencia de plagas resistentes a los materiales genéticamente modificados, mientras que en Uruguay esta cifra es del 99,8%."Si usáramos la tecnología disponible como debe usarse, sólo con eso ya estaríamos dando un gran paso hacia la sustentabilidad", aseguró.
Igarzábal señaló que el punto clave para el desarrollo futuro de la vida y el porvenir es la compatibilización inteligente entre ambiente y producción. "En el aumento inteligente de la biodiversidad está el futuro de la agricultura. Los sistemas biodiversos se defienden solos o al menos toman represalias en muy largo plazo", alertó.
"Cada año aparecen más malezas tolerantes a glifosato. Y la respuesta es la misma: con qué herbicida la mato y en que dosis. Es un círculo vicioso del que no se podrá salir. Hace más de 50 años que se pregona el manejo Integrado de plagas y malezas, pero no hay un correlato real en la agricultura. Es una agricultura plaguicida-dependiente", dijo el investigador.
"La producción agrícola activa mecanismos de defensa de muchos seres vivos. Surgen así problemas que pudieron ser prevenidos, como el desarrollo de malezas resistentes o de falta de susceptibilidad de los materiales genéticos a orugas en maíz; en un futuro cercano veremos la aparición de nuevas plagas de difícil control", apuntó Igarzábal.


La naturaleza necesita de la producción

"Si nos dejáramos llevar exclusivamente por la exposición pública de los temas ambientales, posiblemente creeríamos que la situación de Argentina en materia ambiental está seriamente comprometida. Sin embargo, y más allá de muchos problemas concretos y serios, la Argentina es un país donde la expresión ambiental en gran parte de su vasto territorio está saludablemente resguardada".
Así lo indicó Alejandro D. Brown, presidente de la Fundación ProYungas, durante una conferencia ofrecida en el Congreso Tecnológico CREA.
Ese resguardo está sustentado al disponer de un enorme enorme territorio habitado por una población poco numerosa y concentrada en espacios urbanos, una temprana inquietud por resguardar muestras representativas de ambientes destacados y la implementación de desarrollos productivos que, en muchas regiones, combinan la utilización intensiva de los recursos naturales con espacios contiguos de protección de la naturaleza.
El subtrópico argentino, esa franja que caracteriza el norte del territorio argentino con una enorme variedad de producciones (caña de azúcar, té, yerba mate, soja, ganado, plantaciones forestales, cítricos, etcétera), es el testigo que permite evidenciar que producir rentablemente y conservar la naturaleza es posible.
"Esa producción debe darse, por supuesto, en el marco de una planificación de los territorios provinciales y de las unidades productivas. Para eso es necesario implementar esquemas de monitoreo o evaluación ambiental que aseguren que el vínculo es armónico y se mantiene en el tiempo" concluyó Brown.


Hacia una producción agronómicamente inteligente

"La sostenibilidad de la actividad agropecuaria requiere que en la planificación se incorporen también indicadores físicos de gestión del suelo y el agua".
Así lo indicó Alberto Quiroga, investigador del Grupo de Suelos y Agua de INTA Anguil y del Programa Nacional de Agua del INTA.
Desde la antigüedad se trató siempre de "copiar el método de la naturaleza", reconociendo qué atributos o características tenían las especies vegetales nativas que dominaban en un determinado ambiente. "Una agronomía que se distancie de esos atributos seguramente tendrá que enfrentar más situaciones de conflicto", alertó Quiroga.
Por ejemplo, en la región pampeana, con lluvias promedio de 1000 milímetros anuales, las gramíneas nativas dominantes consumían unos 1200 milímetros tenían raíces de 3 a 5 metros y la relación biomasa de raíces/biomasa aérea era de 4 a 6.
La agronomía actual predominante consume unos 500 milímetros al año con plantas que tienen raíces de 1,5 a 2,0 metros y relaciones raíz/parte aérea que se aproximan a 1,0.
"Con ello hemos pasado a consumir la mitad de lo que llueve, utilizamos la mitad del perfil y la cantidad de raíces parece insuficiente para abastecer con agua la parte aérea en periodos de altas temperaturas", explicó el investigador del INTA.
Asociado con esos cambios aparecen otros conflictos como el ascenso de napas, de sales, pérdida de macroporosidad con mayor encharcamiento, distribución desuniforme del agua de lluvia en el perfil, menor transitabilidad, mayor lixiviación de nutrientes y erosión.
"Una situación similar se comprueba con la intensificación ganadera, donde el encierre a corral y el pastoreo mecánico (exportación de forraje del lote) permiten inferir cambios importantes en el complejo de intercambio, reacción del suelo, dinámica de algunos nutrientes, balance de Materia Orgánica y propiedades físicas asociadas a la misma", indicó Quiroga.
Los ambientes naturales son polifíticos, con especies que se adaptan a distintas situaciones, tienen un consumo más distribuido de nutrientes en el tiempo y en profundidad (amplio rango de variación de periodos críticos y profundidades de extracción también variables dado por las diferentes especies).
"Con la rotación de pasturas perennes y cultivos anuales nos parecíamos un poco más al método de la naturaleza. Durante el ciclo de las pasturas polifiticas recuperábamos condiciones, mientras que durante el período de cultivos anuales nos alejábamos de esa estrategia. Los planteos con predominancia de monocultivo (no necesariamente más intensificados) tienen concentrado los consumos de nutrientes en tres meses y luego en seis a ocho meses no se consume nada. ¿Qué pasa con los nutrientes de mayor movilidad, con las malezas, la cobertura, la erosión, el balance de carbono?. ¿Los efectos son los mismos en todos los ambientes? ¿En cuánto tiempo se manifiestan estos efectos?", preguntó Quiroga a la audiencia.
"Resulta clave entonces diferenciar ambientes con distinto potencial productivo. En cada uno de ellos deberían reconocerse las mejores combinaciones genotipo-ambiente-manejo, los principales factores que la condicionan y los conflictos entre el sistema de producción implementado y los recursos naturales, agua y suelo", añadió el especialista.
El investigador del INTA dijo que reconocer y jerarquizar los factores que generan variación de rendimiento es el paso inicial de una agronomía inteligente.
En una segunda etapa es necesario categorizar cada factor a través de su rango de variación, estableciendo valores críticos para la toma de decisiones, expresó.
En una tercera etapa, estos aportes disciplinarios (frecuentemente reduccionistas) deben ser integrados para poder abordar problemas complejos que tienen lugar en los sistemas de producción.


El suelo: sustento de la producción

El suelo sustenta la producción con diversas funciones donde se conjugan procesos físico-químicos y biológicos en interacción con el medio definido, entre otros elementos, por las precipitaciones y temperaturas.
La composición de los suelos, descripta por partículas minerales, orgánicas y espacios o poros, como su organización en estructuras secundarias o agregados, interactúa íntimamente con las plantas durante todo su ciclo productivo. Tanto sus propiedades en superficie como en toda la profundidad explorable por las raíces son de relevancia al analizar la contribución de los suelos a la producción vegetal.
"La valorización de los aportes de los suelos a los rendimientos ha sido y es uno de los focos de atención inicial para el planteo de estrategias sustentables de producción", indicó Martín Díaz Zorita, investigador con un Magíster en Ciencias Agrícolas de la Universidad Nacional del Sur y PhD en Ciencias del Suelo de University of Kentucky, durante una conferencia ofrecida en el Congreso Tecnológico CREA 2014 que se desarrolló en Mar del Plata, Rosario y Santiago del Estero de manera simultánea.
En los suelos se encuentra el mayor reservorio de agua para las plantas, explicado no sólo por sus características intrínsecas definidas por la textura (proporciones de arenas, limos y arcillas) sino también por la estabilidad y continuidad del sistema poroso (estructura) y la profundidad de exploración de las raíces.
Los nutrientes consumidos por las plantas para su crecimiento son en parte provistos desde los suelos a partir de diversos procesos específicos de transformación que ocurren tanto en fracciones orgánicas como minerales de los suelos. Porosidad y materia orgánica, junto con la profundidad efectiva explorable por las raíces, son elementos centrales que en gran parte de la región pampeana describen la contribución de los suelos a la producción primaria en sistemas agropecuarios.
"Abundan los estudios que muestran el valor de la fracción orgánica a la producción de cultivos de secano. Es indiscutida su contribución a la formación de agregados, consolidación del sistema de agua y al ciclado de abundantes nutrientes. Los contenidos de materia orgánica se reducen mayormente en asociación con la producción anual de cultivos bajo prácticas con laboreo", explicó Díaz Zorita.
"La inclusión de pasturas de larga duración contribuye a mejorar los niveles de materia orgánica tanto por sus aportes directos de biomasa vegetal como por la eliminación frecuente de laboreos. La generalizada incorporación de prácticas de labranza cero en sistemas agrícolas contribuye a conservar, y en algunas condiciones, a incrementar la materia orgánica", añadió el investigador.
Los poros son el espacio por donde crecen las raíces, la fuente para el intercambio gaseoso y dónde se encuentran las reservas de agua para las plantas. Su formación y consolidación depende no sólo de las características texturales, sino también de la presencia de materiales orgánicos y de la actividad biológica en los suelos. Este proceso lleva tiempo, en la medida que se evitan los disturbios (como labranzas), se intensifica la estabilidad de la estructura (organización) del suelo y la proporción de poros con capacidad del almacenar agua se incrementa.
La profundidad de los suelos definida tanto por condiciones naturales (como por ejemplo tosca, horizontes argílicos, etcétera) o provocadas (compactaciones) establece el volumen de exploración de las raíces. Cuanto menor es ese espesor, menor es la capacidad del suelo para sustentar una alta productividad, por lo que para conservar la capacidad productiva de los suelos es vital evitar la formación de compactaciones por laboreos, tránsito de equipos pesados e insuficiente crecimiento de raíces.
Dependiendo de su composición textural, pendientes y condiciones de intensidad de vientos o lluvias, los suelos de la región se encuentran naturalmente expuestos a procesos de degradación por transporte eólico o hídrico. La erosión de los suelos reduce la producción al perder partículas minerales y orgánicas finas ricas en nutrientes y con un alto aporte a la dinámica del agua en los suelos. La protección física por la presencia de vegetales o residuos de estos aportando rugosidad superficial y agregación a partir del entramado de raíces reduce la ocurrencia de ambos procesos erosivos.
Tanto decisiones de corto como de largo plazo alteran la composición y calidad productiva de los suelos. En el primero de los casos, es indispensable cuidar la generación y conservación de coberturas del suelo para reducir los riesgos de pérdidas por erosión. Son varias las herramientas disponibles para este propósito y varían según regiones y condiciones productivas. Entre otras, se encuentran la elección de cultivos y el manejo de sus residuos de cosecha, la intensidad de los pastoreos, la implantación de cultivos de cobertura, los sistemas de siembra y de remoción o laboreo, etcétera.
"Sin suelo no hay producción. La erosión reduce la capacidad productiva y atenta contra la sustentabilidad de los sistemas agropecuarios al generar pérdidas en la capacidad de reserva de agua y de nutrientes de los suelos irrecuperables en ciclos productivos normales", comentó el investigador.
"En el largo plazo, las decisiones de estrategias de manejo de nutrientes y la selección de especies en producción o de su aprovechamiento conduce a cambios en el ciclado y en la oferta de nutrientes, como así también en la actividad biológica y en la contribución de materiales orgánicos a la consolidación de la estructura", añadió.
"¿Qué hacemos para conservar la calidad de los suelos? Sin dudas el primero de los pasos es reconocer el valor del suelo en nuestros sistemas productivos en un marco local e identificar algunos de sus elementos clave para el normal crecimiento de los cultivos que los componen. Luego, establecer estrategias de manejo para la mejora y conservación de estas características edáficas de interés. No hay recetas pero sí elementos a no descuidar", aseguró Díaz Zorita.
El mantenimiento de procesos activos continuos contribuye a la consolidación de equilibrios en la expresión de las propiedades edáficas objetivo. La producción de las plantas y sus aportes carbonados suma directamente a múltiples procesos edáficos de interés (por ejemplo: consolidación de estructuras o sistemas porosos, ciclado de nutrientes, equilibrios térmicos, etcétera), por lo que para conservar la calidad de los suelos es recomendable no descuidar el logro de tapices vegetales (secuencias de cultivos anuales, pasturas implantadas, pastizales) que procuren maximizar su producción en biomasa.
Los disturbios, mayormente por laboreo, aceleran la pérdida de fertilidad de los suelos debilitando y alterando su estructura al consumir compuestos carbonados aglutinantes de las fracciones minerales. El monitoreo en detalle (muestreos inteligentes según áreas de productividad homogénea, zonas de manejo o ambientes) ayuda a establecer estrategias de manejo eficiente de nutrientes y aportar a mejorar la eficiencia productiva y el ciclado de éstos.
En la región pampeana pueden identificarse abundantes decisiones de manejo que aportan al cuidado de los suelos tanto por decisión prioritaria como accesoria. Es de destacar la amplia difusión de prácticas de labranza cero como eje de la producción de cultivos anuales que contribuyen a conservar la materia orgánica y limitar los disturbios que alteran la estructura edáfica.
"Sin embargo, en algunos casos esa decisión no es suficiente para la conservación de los suelos, requiriéndose mejorar la producción y conservación de residuos vegetales para proteger su superficie ante procesos erosivos. El uso estratégico de nutrientes, mayormente nitrógeno y fósforo, tiene como foco el manejo de la suficiencia nutricional de los cultivos, lográndose mayormente un adecuado balance entre aportes y demandas en los cereales", apuntó Díaz Zorita.
La implementación de estrategias de evaluación inteligente de necesidades nutricionales y su manejo según áreas homogéneas de producción, ayuda a mejorar la eficiencia de aplicación de nutrientes cuidando la fertilidad de los suelos y su capacidad productiva en el largo plazo. Además, el monitoreo en sitios específicos está contribuyendo a identificar potenciales áreas de restricción productiva por evolución por ejemplo de condiciones de acidez o limitaciones en algunos micronutrientes.
"Al mirar al futuro, superando la visión específica o acotada a cada sitio productivo, tenemos que considerar que la capacidad productiva de nuestros sistemas se sustenta en los suelos, definida por sus aportes como reservorio de agua, de nutrientes y de actividad biológica", señaló Díaz Zorita.
"El cuidado de la fertilidad de los suelos no es sólo una actividad a implementar en sistemas agrícolas con cultivos anuales, sino que abarca a la totalidad de los sistemas productivos sustentados a partir de la producción primaria de recursos vegetales. Las prácticas de manejo que reducen la capacidad de producción de biomasa alteran no sólo el resultado directo hacia la conversión en granos o forrajes, sino también al cuidado del suelo, exponiéndolo a procesos de fragilidad y pérdida por erosión y degradación. En la región pampeana, producir y conservar materia orgánica es un factor de impacto positivo para el cuidado de los suelos y para sustentar la producción", concluyó.

Revista PRODUCCION: Congreso Tecnológico CREA 2014
 
Fuente: Savia Comunicación

Portada de la Edición correspondiente a esta nota Esta nota fue publicada en las páginas Nº 32, 33, 34, 35, 36 y 37 de la edición digital de la revista de Noviembre / Diciembre 2014.
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