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Maíz y Soja: La cosecha gruesa para arriba  |
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Recién concluida la cosecha, más de 600 profesionales asistieron a la jornada de actualización en la Rural de Pergamino. La excusa fue salir un poco de la coyuntura y poner los faros largos. Ese fue el objetivo del semillero Don Mario al organizar una jornada sobre maíz y soja para profesionales en la Sociedad Rural de Pergamino en la que además de las cuestiones técnicas también se abordó la cuestión de los mercados. De la jornada participaron técnicos del INTA, la Facultad de Agronomía (UBA) y del sector privado, e hicieron un repaso sobre las claves a tener en cuenta en planteos de alto rendimiento. Así en soja, por ejemplo, se discutió el impacto de los ciclos cortos. ”En la campaña 95/96, sobre 5,7 millones de hectáreas un 16 % fueron ciclos cortos. En la campaña 00/01, sobre 10,3 millones: un 55 %”, comentó Manuel Mihura, técnico del semillero. Esta mayor participación de los ciclos cortos, sobre todo del grupo 4, fue motivo de diversos factores: el incremento de la siembra directa, un incremento en la diversidad y oferta genética, junto con los cambios en el parque de maquinaria. ”Antes uno disponía de máquinas a 70 cm entre surcos y de no muy buen planteo de siembra. Hoy se cuenta con máquinas adaptadas a siembra directa ( ya sea con placa o neumática ) y con posibilidad de sembrar a 70, 52, 46, 35, 26 y 17,5 cms”. Aseguró que al momento de elección de la variedad, en función del ambiente y la fecha de siembra elegida, es de suma importancia conocer la estructura de planta de la variedad a sembrar “para ajustar a posteriori el distanciamiento (cuanto más temprano hay que achicar la distancia entre surcos) y la densidad, que en cortos el óptimo se ubicó en las 20 pl/m2”. Afirmó que el punto que no se debe pasar por alto es la decisión de diversificar. ”A mayor riesgo climático, sea por menores precipitaciones, o por una menor capacidad del perfil de retener agua es preferible diversificar para reducir la probabilidad de que el período crítico se encuentre todo en un mismo momento”, dijo. Además, el diversificar reduce el riesgo económico por no estar, “por decirlo de alguna manera, apostando todo a una sola alternativa”, aseguró. Y agregó que “a mi entender, una vez lograda la estabilidad de los máximos rindes con genética y adecuado manejo, el próximo salto en los rindes de soja estará dado por el aporte de nutrientes al sistema (fertilización) y la protección del cultivo (fungicidas)”, afirmó Mihura. Otro aspecto considerado fue el de la influencia del mejoramiento genético sobre los rindes. La cuestión sanitaria A su turno, Antonio Ivancovich del INTA Pergamino, habló sobre este tema. A nivel mundial se calcula que las pérdidas de rendimiento atribuibles a las enfermedades oscilan entre un 10 y un 15 %. En la Argentina los daños causados por las enfermedades alcanzan por año al 8-10% de la producción total. El panorama sanitario de la soja ha cambiado, pasando de ser considerado un cultivo sin mayores problemas, a la situación actual, donde las enfermedades son responsables de severas reducciones de rendimiento y calidad, con el consecuente impacto negativo en la producción y rentabilidad del cultivo. Durante los últimos años se han incrementado las llamadas enfermedades de final de ciclo, que afectan al cultivo en los estadíos reproductivos intermedios y avanzados, provocando un anticipo en la maduración de las plantas, y reducción de los rendimientos y/o calidad de las semillas. Las enfermedades de final de ciclo incluyen a la “mancha marrón de la hoja” (Septoria glycines), el “tizón de la hoja” (Cercospora kikuchii) y la “mancha ojo de rana” (Cercospora sojina). El especialista afirmó que “la prevalencia de una u otra depende de las condiciones de manejo del cultivo y de las características climáticas de la zona”. Entre las medidas recomendadas para el control de estas enfermedades se encuentran: rotación de cultivos, manejo adecuado de los rastrojos, uso de semillas libres del patógeno, siembra de variedades resistentes y uso de fungicidas foliares aplicados a partir de la floración. Asegurar los altos rindes en maíz Alfredo G. Cirilo (MSc, Dr), perteneciente al INTA Pergamino, señaló que, en maíz, los rindes dependen de su capacidad de crecimiento y de la fracción de ese crecimiento que destina a la producción de granos (índice de cosecha). En consecuencia, está directamente relacionado con el aprovechamiento de la luz. “Para aumentar la producción de maíz y su eficiencia, entonces, es necesario que los cultivos alcancen el mejor estado posible en los períodos críticos de determinación del rendimiento, es decir R3 y R5,5”. Esta idea primordial debe orientar las decisiones en cuanto a su manejo, de modo que los requerimientos del cultivo y la oferta de recursos de su ambiente logren la mejor sintonía. Finalmente, en cuanto a la fertilización, para Emilio H. Satorre, de la Cátedra de Cerealicultura, Facultad de Agronomía UBA y perteneciente a la Coordinación Area Técnica Agrícola, AACREA, las claves a tener en cuenta en los planteos de alta producción del norte de Buenos Aires y sur de Santa Fe son: •En cultivos bien provistos de fósforo se definió en 150-170 kg N/ha (Nsuelo + Nfertilizante de 0-60 cm) un umbral de respuesta a la fertilización nitrogenada. Por encima del valor umbral la probabilidad de respuesta es muy baja y por debajo es errática. •En cultivos con ofertas de nitrógeno inferiores la posibilidad de alcanzar máximos rendimientos está ligada a las características del lote de producción. No obstante, advirtió que el máximo rendimiento de cultivo alcanzable en situaciones de disponibilidad de nitrógeno cercanas al umbral depende de la interacción entre el genotipo, el manejo, las características edáficas del lote y climáticas del año.¤ |
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Por Daniel Díaz, Fuente: Clarín Rural |
