Revista Producción
PRODUCCION Agroindustrial del NOA




Pasturas: Implantación de alfalfares
Aspectos que favorecen el proceso

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La Alfalfa (Medicago sativa) es una especie forrajera de elevado potencial productivo y nutritivo para ganadería de carne y leche. En Tucumán, su empleo es significativamente importante, fundamentalmente en la Cuenca Lechera del Dpto. Trancas, Tucumán, donde se cultivan entre 3500 y 4000 has con una renovación anual de 20 a 25 % de esa superficie.
La Alfalfa posee un sistema radicular profundo que le permite tolerar la sequía, extraer nutrientes y estructurar el suelo a lo largo del perfil. En plántula, no tolera el anegamiento superficial, el que en cultivos ya establecidos, disminuye su ritmo de crecimiento.
A continuación, abordaremos diferentes aspectos de la implantación, que consideramos deben realizarse adecuadamente para asegurar el éxito de este proceso:

A) Epoca de Implantación:
En nuestra zona, la época óptima es el otoño. En siembras otoñales tempranas, las temperaturas para germinación son favorables y el crecimiento inicial y desarrollo radicular son excelentes. En este momento, las plántulas se ven ayudadas por la buena disponibilidad de agua de riego y/o adecuada humedad del suelo. A medida que las siembras se retrasan hacia el invierno, el desarrollo es menor y las plantitas pueden sufrir heladas.
Las moderadas temperaturas otoñales y el fotoperíodo de días cortos, originan que el cultivo destine la mayor parte de sus fotosintatos a crecimiento radicular y a acumulación de reservas; estas últimas serán las que comanden el nivel de rebrote a obtener después del 1° corte y el crecimiento primaveral, donde esta especie expresa su máxima movilización de reservas y su pico de crecimiento anual.
Las siembras primaverales no son tan recomendables, en función que las condiciones de temperatura y fotoperíodo de días largos, inducen a un mayor crecimiento foliar. Esto produce plantas con sistema radicular débil, que puede ocasionar un arrancado de la misma por el pastoreo o muerte por incapacidad de competencia por agua y/o nutrientes. A esto se suma que la agresividad de las malezas en este momento es alta y la disponibilidad de agua de riego, escasa.

B) Calidad de Semilla:
Este es un aspecto que debe cuidarse sobremanera. Las mejores labores culturales en la implantación y manejo post-implantación, pueden arruinarse si la calidad de la simiente es inadecuada. Una semilla de buena calidad es la que posee alto poder germinativo, pureza varietal y física, inexistencia de organismos patógenos y buena energía germinativa. En el caso de Alfalfa, parámetros aceptables son: Pureza mínima: 95%.; Poder germinativo mínimo: 90 %; Energía germinativa mínima: 80 %.
Por el pequeño tamaño de estas semillas (1.000 semillas pesan 23 grs.), el vigor de las plántulas es fundamental para su pronta emergencia y por ello es importantísimo una buena Energía germinativa. La temperatura mínima de germinación en Alfalfa es de 12 °C; con T° menores se alarga la emergencia y se acrecientan los riesgos de enfermedades y ataques de insectos.

C) Inoculación:
Como es conocido, esta especie posee la capacidad de formar asociación simbiótica con microorganismos fijadores de N (Rhizobium melilotti). En lotes nuevos es imprescindible realizar la práctica de la inoculación poco antes de la siembra, para asegurarnos la nodulación; en lotes con historia previa de Alfalfa, esto puede obviarse.
La capacidad de fijación de N es variable según el cultivo, las condiciones edáficas y ambientales, pero en promedio, se considera que un buen alfalfar puede fijar entre 210 y 390 kgs N2/ha/año a secano y entre 500 y 600 kgs N2/ha /año bajo riego. Esto le asigna a esta especie un lugar destacado como restauradora de la fertilidad del suelo y como material a tener en cuenta en sistemas de rotaciones pastura-cultivo.

D) Sistema de Siembra:
En la Cuenca Tapia-Trancas, tradicionalmente la siembra de esta forrajera se realiza con roturación de suelo, pero es totalmente factible la implantación bajo siembra directa. En sistemas convencionales, la preparación del suelo debe ser adecuada en profundidad mediante cincel. En superficie no debe pulverizarse, dejando pequeños terrones. La nivelación del terreno es también sumamente importante, para evitar anegamientos.
Es conveniente el tratamiento sanitario de la semilla antes de la siembra, siendo compatible el empleo de fungicidas y curasemillas. Dado el pequeño tamaño de la misma, la profundidad de siembra no debe exceder los 1,5 a 2,0 cmts.; mayores profundidades implicarán mayor gasto de reservas que se traducirán en plantúlas menos vigorosas y mayor susceptibilidad al ataque de patógenos e insectos.
En relación a los sistemas de siembra, los utilizados son “al voleo” o “en líneas”. El primero es frecuente en establecimientos de pequeña superficie y escasa mecanización. Se usan entre 12 y 15 kgs semilla/ha (750 semillas/m2), aplicados en forma manual y el tapado suele efectuarse con rastra de púas, rastra de cadenas o tablones. Otra metodología aconsejable es el empleo de rastra con cajón sembrador de pasturas finas, más la pasada de un rolo compactador para mejorar la capilaridad del suelo.
El sistema de siembra “en líneas” utiliza entre 6 y 8 kgs de semilla/ha (400 semillas/m2) en líneas distanciadas cada 15 cmts. Dado el menor número inicial de plántulas, esta práctica requiere el empleo de herbicidas para el control de malezas. El mayor número de plantas/m2, logrado en la siembra “al voleo”, es una ventaja solo en los primeros cortes del cultivo, ya que luego la competencia entre plantas, tiende a estabilizar la población en valores algo menores al de la siembra “en líneas”. Finalmente, al cabo del primer año-año y medio, la densidad de plantas tanto “en líneas” como “al voleo” se igualan, con una densidad de plantas 10 a 12 % mayor en el caso de haber realizado control de malezas con herbicidas de post-emergencia temprana (36 plantas/m2) vs. control mecánico de malezas (32 plantas/m2).

E) Fertilización:
Para satisfacer sus requerimientos nutricionales y contrariamente a lo que ocurre con sus necesidades hídricas, la Alfalfa depende del horizonte superficial del suelo pues localiza allí la mayor parte de la actividad absorbente de su sistema radicular. Los trabajos realizados para la región pampeana, indican que suelos con menos de 1,5 % de M.O. y 10 ppm. de P disponible (Bray 1) son los umbrales para respuesta a fertilización.
Los resultados experimentales en Trancas, han mostrado que un nivel de fertilización de 15 kgs N2/ha + 45 kgs P2O5/ha, equivalentes aproximadamente a 100 kgs de fosfato diamónico/ha, proporciona excelentes rendimientos en kgs MS/ha (3.772 kgs MS/ha/corte) con un 14,30 % de MS.

F) Control de Malezas:
El crecimiento de plántulas de Alfalfa en siembras otoñales (Marzo-Mayo), es lento y poco competitivo con las malezas de emergencia otoño-invernal. Esto puede reducir la densidad inicial de plantas y afectar el rendimiento futuro de la pastura.
Entre las malezas más comunes de los alfalfares, están: Raphanus sativus (nabo), planta anual (A) de ciclo otoño-inverno-primaveral (O-I-P); Rapistrum rugosum (mostacilla) (A; O-I-P); Chenopodium album (cenizo) (A; O-I-P); Cynara cardunculus (cardo de Castilla) (P; O-I-P); Coronopus didymus (quimpe) (A; O-I-P); Bromus sp. (cebadilla) (A; O-I-P); Cynodon dactylon (grama Bermuda) (P; P-E-O); Rumex crispus (lengua de vaca) (P; P-E-O); Xanthium spinosum (cepa caballo) (A; P-E-O) y Sorghum halepense (pasto ruso) (P; P-E-O).
En general en Trancas, las malezas anuales dominantes son “nabo, mostacilla y cebadilla”. Las 2 primeras, si bien son consumidas, son fuertes competidoras de la Alfalfa por la densidad de plantas y la cobertura. El “quimpe y la lengua de vaca”, transmiten olor y sabor a la leche y sus subproductos (quesos y quesillos); “cenizo” es de distribución homogénea sobre la pastura y “grama Bermuda” es invasora en todos los lotes de regadío. En un manejo tradicional sin herbicidas, todas las malezas de desarrollo otoño invernal son una severa limitante al cultivo. En los cortes de limpieza para confección de heno, retrasan el tiempo de secado en las andanas y deterioran la calidad de los fardos o rollos.
La aplicación de herbicidas como el 2,4 DB (1,5 litros p.c./ha) luego de la 5° hoja verdadera, realiza un buen control de malezas de hoja ancha (cenizo, nabo, mostacilla), pero resiente el crecimiento de la pastura al provocar síntomas de enrulamiento del ápice (efecto fitotóxico). Las experiencias locales han demostrado que es más conveniente la siembra en líneas con aplicación de herbicidas de presiembra (Trifluralina a 2 litros p.c/ha), con buen control de las principales malezas, más económico y menos fitotóxico, tanto en la implantación como en la producción forrajera del 1° año. Otros herbicidas que han probado su eficacia en esta especie son: Pendimetalin, Flumetsulan, Clorimuron etil + 2,4 DB e Imazaquin + 2,4 DB.
Debemos considerar que la correcta implantación de la Alfalfa, involucra un “paquete de medidas” que debe planificarse con tiempo y ser usado con criterio, de acuerdo a las características de cada lote y/o situación del campo.¤

Por Ings. Jorge TOLL VERA y Guillermo O. MARTIN (h)
Cátedra de Forrajes y Manejo de Pasturas, FAZ, UNT


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