Revista Producción
PRODUCCION Agroindustrial del NOA




Historias de Tucumán:
Ingenio Bella Vista,
fue un modelo de desarrollo en Tucumán

*************** barra horizontal ***************
A partir el siglo XIX, la industria azucarera se consolida en Tucumán como una de las actividades pilares de la economía provincial y eso, merced a la benevolencia de su clima, de su suelo y de hombres pujantes, que llegaron a sus tierras, con la convicción de que América era el destino ideal para comenzar una nueva vida, con futuro, desarrollo y crecimiento.
Este es el caso de los García Fernández, que llegaron al país proveniente de España en 1860, huyendo de las guerras carlistas. Tras varios años de duro trabajo, visión y entrega, lograron consolidar en Tucumán el ingenio Bella Vista, que durante la primera mitad el siglo pasado, fue modelo de crecimiento, permitiendo que a su alrededor se desarrollaran pueblos y ciudades y otras industrias.
PRODUCCION dialogó con Manuel García Fernández, nieto de uno de los tres hermanos que vinieron a la Argentina y cuyo derrotero vale la pena contar.
El primero en llegar fue José (1860), el hermano mayor de su abuelo quien se instaló en la provincia de Córdoba; luego vinieron su abuelo, Manuel, y el hemano menor Luis (1870). "Estuvimos dos meses para juntar plata, cavando zanjas y hombreando bolsas en el puerto de Buenos Aires, para poder pagar el pasaje hacia Córdoba, ciudad donde nos uniríamos con nuestro hermano mayor".
Cuando llegaron, montaron una pequeña fábrica de cigarrillos manuales. De eso vivieron un largo tiempo. Sin embargo, en 1875, aconteció la crisis (del '75), año en que Luis desapareció. "No se sabe si se lo llevaron las levas o murió en la batalla de Santa Rosa. Sólo quedaron José y mi abuelo Manuel".
La crisis derivó en problemas económicos y los hermanos tuvieron que separarse. José se quedó en Córdoba y Manuel tuvo que emprender un viaje hacia Perú, pero, por cuestiones del destino -Manuel se enfermó en el viaje-, sólo pudo llegar hasta la localidad tucumana de Lamadrid, que era un caserío compuesto por 8 ranchos. "Estaba casi muerto, a un costado de las vías del ferrocarril. Sufría una disentería total y los vecinos lo salvaron dándole suero de mazamorra en gotas".
Mejorada su salud, llegó caminando hasta Tucumán, donde alquiló una habitación frente a la iglesia de Santo Domingo, para dormir y además vender los cigarrillos que había traído, como único capital, familiar.
En su paso por Lamadrid, Manuel había visto mucho tabaco criollo, entonces se dio cuenta que el negocio no estaba en seguir su viaje hacia Perú, sino en acopiar tabaco y mandárselo a su hermano, en Córdoba, para que lo industrialice.
"Al cabo de un tiempo, el negocio iba sobre ruedas. Manuel llegó a comprar una finca en El Manantial (350 hectáreas) y la inundó de tabaco. Levantó una fortuna muy grande y en el año 1881 compró Los Tres Bajos, que hoy es la ciudad de Bella Vista".
Inmediatamente, le escribe una carta a Julio Argentino Roca -que ya era presidente de la Nación-, interesándolo, como tucumano, sobre la posibilidad de acceder a un préstamo de dinero a través del Banco Nacional, para poder comprar "maquinarias de librillo", de origen francés, para instalar un trapiche azucarero en la zona.
Roca, sin dudar, dio la orden: "que le den el préstamo a estos gallegos", por 100 mil pesos, y más otros 100 mil que Manuel tenía, lograron comprar la moderna trituradora de caña, la cual se descargó en el viejo edificio del banco, ubicado donde hoy funciona Rentas de la Provincia. "De ahí la llevaron por medio de carretas, con hombres armados con Winchester, por una huella que daba con el pueblo. Ahí se comenzaron a levantar los cimientos del ingenio Bella Vista".
Así, la familia García Fernández contaba en aquella época con una fábrica de azúcar y otra de tabaco, donde se elaboraban los cigarrillos Toro. Tucumán ya era azúcar en esa época. Había 83 ingenios en función, bajo la vieja técnica del trapiche vertical o a malacate, movido por bueyes o mulas, mientras que Bella Vista estrenaba el novedoso trapiche a vapor que, como dato sobresaliente, en la primera prueba se lograron 4.500 bolsas de 70 kilos cada una, mientras que en la siguiente zafra (1882), ya la producción de azúcar alcanzaba los 4 millones de kilos en este fábrica. El ingenio Bella Vista había probado que era una fábrica exitosa. La caña se seguía cortando a machete y se la acarreaba hacia los trapiches en carros sin cadenas, sueltas. "Se hacían unas montañas enormes que tapaban a la conductora, tenía un metro y medio de alto".
El nieto, Manuel García Fernández, empezó a los 4 años a insertarse dentro de la vida del ingenio. Él andaba con su padre por toda la fábrica, quien le daba a cada paso todos los consejos para que, cuando grande, sea un empresario exitoso, basándose siempre en el sistema de un Capital Cristiano. "Porque nosotros somos hombres-patrones-cristianos, no me vengan con otras cosas, como el comunismo ni el neoliberalismo. Nosotros somos cristianos".
Para dar un ejemplo de lo que significaba esto de capital cristiano, don Manuel llevó en 1944 a su nieto al depósito de azúcar del ingenio, donde ya estaban esperando alrededor de 180 peones de fábrica.
Allí apiló bolsas de azúcar y en una, con una tiza tipo sastre, dividió la misma en cuatro y les dijo: "esta parte es mía, la segunda parte, es de los cañeros, porque ellos también tienen obligaciones con su obreros; la tercera parte es neta de ustedes, los obreros de campo y de fábrica, y la cuarta parte es del Estado, porque hay que pagar los impuestos para que haya salud, educación, defensa y justicia.
Terminaba diciendo: "El día que una de cualquiera de estas parte quiera avanzar sobre la otra, ese día yo dejo de ser parte de este ingenio".
Eso pasó con el ingenio Bella Vista cuando en el año 1965, el ingenio Ledesma de Jujuy, a través del grupo Jaime-Carrió, "decidió con las espadas de Onganía, dar el ultimátum a la actividad azucarera y cerrar los ingenios tucmanos por una conveniencia política del momento.
Hasta esos años, la actividad azucarera argentina era exitosa, porque había gobiernos inteligentes que no querían conflictos entre las clases sociales. Se le daba al producto un precio justo, se regulaba la actividad y se la protegía de importaciones. "A la producción interna se le aplicaba un precio justo que permitía a obreros, ingenios, cañeros e intermediarios tener ganancias. Hoy pierden todos, porque ésto es una cuestión de precios que se fijan, porque cuando todos decían que el azúcar representaba el 82 por ciento del PBI de Tucumán, era porque el producto tenía el precio correcto. Pero si de un peso, lo bajamos a 20 centavos, seguro que ese producto dejará de ser el 82 por ciento del PBI. ¿Donde está la inteligencia de los gobiernos que no cuidan el capital y el trabajo?".
Para García Fernández el saldo del dejo estatal a la agroindustria azucarera fue dramático. Cerca de 200 mil tucumanos debieron emigrar hacia otras provincias a fines de los años '60. "Al cerrarse 11 ingenios en Tucumán, lo que se hizo fue un genocidio económico".
Sin embargo, cree que hoy la industria azucarera tiene futuro si se le pone al azúcar el precio correcto de venta al público, estableciendo primero el costo de producción con la ganancia lógica que tiene que tener el capital.
La familia García Fernández perdió el ingenio Bella Vista el 27 de noviembre de 1965, luego de que "el gobierno de Arturo Illia, nos ahogara financieramente. Ese era el plan: nos querían sacar, cerrar el pueblo y echar a la gente a la calle porque querían destruir a la industria azucarera, al sistema de capital cristiano, donde sólo en el Bella Vista trabajaban 1.176 obreros estables, en campo y fábrica, y más 5.000 obreros cosecheros durante 7 meses al año. En cambio hoy en el ingenio quedan sólo 47 trabajadores estables más otros 400 contratados".
Ahora, los García Fernández elevaron al presidente de la Nación, Néstor Kirchner un pedido de Reparación Moral y Material. "Así como se repararon históricamente otras violaciones a los derechos humanos, como a familiares de desaparecidos, mi familia está reclamando que el Estado reconozca el latrocinio y la injusticia contra mi familia por negarnos a cerrar una fuente de empleo".
Agustín Manuel García Fernández, nació el 26 de marzo de 1940 en Capital Federal. Tiene tres hijos, Florencia María, Manuel y Agustina. Dice: "Hasta que no se regulen las reglas de juego, para que el capital y el trabajo puedan tener ganancias con un precio justo al consumidor final, aquí no habrá solución posible para nadie y la actividad azucarera seguirá sumida en los vaivenes del mercado internacional".
La puesta en marcha del Ingenio Bella Vista trajo el progreso a esa ciudad, que hoy lleva el nombre de la fábrica. Bella Vista ya en los años '30 y '40 era una localidad industrial muy pujante, donde se hacían acetona y levaduras, alcohol para abastecer a todo el país y también para exportar; se trajo a través de esta fábrica el gusano de seda, lo que permitió que se desarrolle la industria textil en la zona: se hacían ropa interior y sábanas; también había una fábrica de cigarrillos: Manantial y Tres Patos, elaborándose 150 mil cajetillas de cigarrillos diarios y 30 mil cigarros de hojas de todo tamaño: corona, medio corona y cuarta corona. Además se elaboraba vinagre: 1,2 millón de litros por año.
Antes del ingenio, en esa localidad sólo había maíz y cabras.
Para los García Fernández, la diversificación industrial era importante ya que siempre pensó que depender de un sólo producto, era peligroso.¤


Por Fabián Seidán,
de Producción


*************** barra horizontal ***************






Copyright © Revista Producción - InterNet Tucumán - Todos los Derechos Reservados



produccion
Revista Produccion - Producciones - Editorial - Contacto - NOA - tucuman - salta - santiago del estero - catamarca - jujuy