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Mar/Abr 2012


Buenas prácticas agrícolas

Camino a la salud ambiental

Peligros y beneficios potenciales para la Argentina y la región en materia de protección ambiental. Muchos países ya aplican medidas de protección ambiental relacionadas con la medición de la huella de carbono en los productos que se comercializan.

Revista PRODUCCION: Camino a la salud ambiental
 

En lo que a clima respecta, las fronteras no existen. El Cambio Climático es un hecho real, tangible y compartido. Se trata de un fenómeno que, si bien es generado localmente, tiene consecuencias globales.
Luego de la entrada en vigencia del protocolo de Kyoto en 2005, cuando las naciones firmantes acordaron una reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) entre 2008 y 2012 para evitar el calentamiento global, comenzó a destacarse un incipiente "mercado de carbono".
"Se creó el concepto de ‘unidades de emisión’ para que los países que acrediten ahorro de carbono puedan venderlo a los generadores. Esto presenta la necesidad de rastrear la Huella de Carbono (HC)", explicó el profesional consulto del Grupo de Investigaciones en Gestión Ambiental del INTA, Ernesto Viglizzo.
La HC es una medida que sirve para cuantificar la cantidad de emisiones de GEI (expresadas en equivalente de Carbono) liberadas a la atmósfera como resultado de los procesos productivos.
Existen diversas versiones que indican que a partir del año que viene la Unión Europea (UE) exigirá el etiquetado de carbono de los productos que se comercialicen. Sin embargo, la Dirección de Negociaciones Económicas Multilaterales (DIREM) del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto informa a RIA que "hasta el momento no se tiene conocimiento de iniciativas legislativas en marcha en la UE en materia de exigencias de etiquetados obligatorios", aunque destaca que ese bloque de países está elaborando "un sistema internacional de referencia de datos de ciclo de vida que sirva como herramienta de análisis", como también una metodología de "huella ambiental", que podría estar finalizada para septiembre de 2012.
A su vez, Estados Unidos también tramita una serie de proyectos de ley (Waxman-Markey / Lieberman-Graham) que limitarían las importaciones de bienes y servicios relacionados con la HC, (aunque su aprobación es todavía incierta y no se aplicarían a productos agropecuarios), mientras que Francia aprobó en 2010 la Ley Grenelle 2, que contiene requisitos de etiquetados de huella de carbono y ambientales. Esta normativa aún no se implementó dado que se encuentra en fase piloto desde julio de 2011 por el periodo de un año (en principio).
Estas medidas unilaterales, que distinguirían al comercio internacional según su contribución de GEI al ambiente, podrían hacer peligrar a las economías de países en vías de desarrollo que no se encuentran preparados para afrontar esta situación.
En este sentido, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC), advierte en sus reglamentaciones que "las medidas para combatir este fenómeno, incluyendo las unilaterales, no deberían constituir medio de discriminación arbitraria o una restricción disimulada del comercio internacional" (art. 3.5).
Para la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, "en esta realidad, la huella de carbono nos pone frente a un dilema mucho más profundo, ya que podría nivelar el campo de juego para actores que tienen muy distintas capacidades".
Así, determinar la HC de la producción de alimentos se convierte en un factor clave para la orientación de los procesos productivos y el cuidado de los recursos de esta región que en 2008 exportó el 27 por ciento de su producción a la UE y el 25 en 2009.
Ante eventuales etiquetados obligatorios, la DIREM también informa que la posición del país (presentada en foros multilaterales competentes en la materia) se relaciona con el hecho de que las medidas comerciales en proceso de ser diseñadas e implementadas por los países desarrollados "no son un medio apropiado ni efectivo para responder al cambio climático" ya que podrían derivar en restricciones encubiertas y las medidas de respuesta, sin el debido apoyo financiero y tecnología por parte de los países desarrollados, traspasarían los costos de mitigación a los países en desarrollo.

GEI en Sudamérica
América del Sur genera el cinco por ciento de las emisiones mundiales de GEI, de las cuales la mayor parte es producida por Brasil y Argentina, con un 41 y un 17 por ciento, respectivamente.
Según Guillermo Berra y Laura Finster del grupo Determinación de Gases de Efecto Invernadero del INTA, "en los países de Sudamérica, la producción agropecuaria representa un relevante sector generador de recursos, lo que explica un importante porcentaje total de emisiones, mientras que en los Estados Unidos corresponde sólo al 6,3 por ciento".
Justamente, el potencial peligro radica en que la mayor HC en las economías desarrolladas se encuentra en el último eslabón del ciclo de vida del producto (desechos del consumo doméstico), mientras que en las economías en desarrollo, se concentra en los eslabones de la producción primaria, y el transporte y procesamiento de alimentos.
Viglizzo estima que, si bien los sistemas de producción primaria de la Argentina son, en promedio, menos intensivos que los europeos, "esa emisión favorable puede verse descompensada en el eslabón del transporte a causa de las grandes distancias internas que deben recorrer nuestros productos".
Para el investigador, existe un problema asociado a la medición de la HC que trasciende a un solo país. Se trata de la falta de una metodología y aplicación unificada de coeficientes de emisión para cada eslabón de las cadenas agroalimentarias de exportación.
En este sentido, la Argentina sostuvo ante la Organización Mundial de Comercio su preocupación por las diferentes metodologías aplicadas para el cálculo de la HC debido a que "no existe un criterio uniforme respecto a qué etapas del ciclo de vida del producto quedarían abarcadas para la contabilización de las emisiones de GEI", de acuerdo a lo informado por la DIREM.

Iniciativas de medición
A pesar de esta dificultad, hoy, en Europa algunas cadenas de distribución ya solicitan a muchos de sus proveedores un informe sobre el desempeño ambiental de sus empresas, ya sea mediante el cálculo de huella de carbono o de otros indicadores.
En este sentido, el INTA posee iniciativas para evaluar el desempeño ambiental que analizan la huella en el sector de la producción primaria, como primera etapa de la medición de vida ciclo completo de un producto.
Entre ellas se destaca el modelo AgroEcoIndex que contiene 18 indicadores agroecológicos especialmente diseñados para empresas agropecuarias cuya aplicación les permite diferenciarse de acuerdo a su nivel de adopción de tecnologías ambientalmente adecuadas.
Ese organismo también desarrolló un dispositivo electrónico instalado en el rumen del bovino para medir los gases generados a partir de la fermentación entérica (metano), mientras que el Programa Nacional Bioenergía utiliza un software para calcular la generación de GEI en la producción de biocombustibles a base de soja en distintos escenarios geográficos.
Por su parte, la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID) lleva adelante un proyecto de Agricultura Certificada. Se trata de un sistema de gestión de calidad de los procesos productivos que permitirá optimizar la eficiencia en el uso de los recursos.
Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre comercio y cambio climático señala que este tipo de iniciativas ubica a la Argentina en un lugar de privilegio debido a que "las tecnologías de punta que contribuyan a reducir las emisiones de GEI, la posicionan como un productor agrícola ‘limpio’ con vistas al acceso a mercados y la negociación sobre cambio climático".

¿Huella de Carbono vs Huella Hídrica?
No obstante, en este último tiempo distintos países comienzan a coincidir en que la HC sería insuficiente para medir todo el espectro de la producción de un bien o servicio. Así lo indica el jefe de la unidad de Ambiente e Industria de la Dirección General de Ambiente de la UE, Pavel Misiga, al considerar que "la HC es un buen indicador para la energía y el uso de recursos, pero no contempla el uso de agua, la toxicidad humana y ambiental, el uso de la tierra y los impactos sobre la biodiversidad".
Esta "aproximación fragmentada" hacia la Huella de Carbono implica "numerosas metodologías incompatibles que generan resultados incomparables, iniciativas privadas para verificar la HC en los productos cuyos resultados no son confiables y cargas innecesarias a las industrias para cumplir con los múltiples requerimientos de etiquetados".
Por ello, hay quienes consideran que sería conveniente para América Latina y el Caribe vincular la HC con la Huella Hídrica (HH) ya que, al ser un recurso escaso en varias regiones del mundo, se genera un aumento en su valor. A través de la HH se mediría la cantidad de agua utilizada para producir una tonelada de alimento y otro producto agrícola.
Para Viglizzo, "además de la HC, las etiquetas deberían contener información que indique cuántos litros de agua por año ahorran los países importadores por cada tonelada de alimento que compran a países exportadores".
Así, por ejemplo, por cada taza de café, se consumen 140 litros de agua virtual; por cada kilogramo de carne de feedlot, 16 mil litros, y por cada hectárea de soja, existen siete litros de agua que hoy se exportan y no se cuantifican.
"Sería una estrategia comercial inteligente que en una misma etiqueta se encuentren los dos indicadores. Así, se podría conocer la emisión de carbono generada por el vendedor y el ahorro de agua del comprador", opina el investigador quien concluye que esta medida "desmantelaría anticipadamente posibles reacciones proteccionistas de nuestros compradores".


Portada de la Edición correspondiente a esta nota Esta nota fue publicada en las páginas Nº 54 y 55 de la edición digital de la revista de Marzo / Abril 2012.
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