El productor Alejandro Trapani afirma que el sector enfrenta una ‘tormenta perfecta’, entre los altos costos, un dólar no competitivo, la inflación, la falta de mano de obra y un mercado internacional que está dejando a la Argentina fuera del negocio.
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Algunos analistas hablan de que el sector citrícola argentino se enfrenta a una “tormenta perfecta”: el impacto de las inclemencias climáticas, la guerra ruso-ucraniana 2022-2023 (y no se sabe ni cuándo ni cómo terminará) que afectó la comercialización mundial de la fruta fresca, el aumento al doble de los fletes marítimos, la energía eléctrica y los combustibles, más los factores macroeconómicos como la inflación y la brecha cambiaria (los distintos precios del dólar) y los aumentos en los costos laborales y productivos. El productor citrícola tucumano Alejandro Trápani, analizando el presente para Revista Producción, insiste con su pedido y la necesidad de que el conjunto del sector trabaje mancomunadamente porque, de otra manera, no se podrá superar el actual momento de crisis, apostando a hacerlo sin parches e implementando soluciones maduras y responsables. ¿Qué sensaciones tiene a esta altura del año citrícola? A comienzos de este año yo hablé por este medio, por Revista Producción, sobre el desafío que significa dejar de lado las ‘soluciones parche’ y apostar a que el conjunto del sector citrícola se siente y planificar qué hacen de aquí en más y cómo siguen adelante. A esta altura del año aún no comencé a trabajar en el negocio citrícola. En las plantas hay poco limón y también muy poca oferta de mano de obra, lo cual es muy preocupante. Esto es raro y hay que tenerlo muy en cuenta. No es un problema menor. Dicen que falta trabajo, pero la verdad es que trabajar en la cosecha del limón ya no es una opción muy buscada. ¿Cómo se encuentran los campos? Estas lluvias mínimas que se registraron trajeron algo de alivio, pero venimos con mucha falta de agua. Además, las temperaturas fueron más altas de lo normal para la época. Por lo tanto, tenemos mucha menos fruta fresca disponible en las plantas, y aún debemos analizar otros impactos de la fuerte sequía que atravesamos. Hoy, tenemos menos fruta fresca -menos limones- y calibres más reducidos de esa fruta, por lo que ambos factores se traducen en que tenemos menos kg de limón por árbol. Pero aún no podemos cuantificar, realmente, este impacto, por lo que no sabemos cuánto creció ese diámetro con estas lloviznas. Y, por otro lado, las primeras cosechas fueron para cubrir la industria. Y en cuanto al comercio mundial ¿cuál es la situación? Los informes que tenemos, hasta el momento, indican que, respecto al mundo y en general, que sus demandas de fruta crecieron más del 60%. Además, Sudáfrica -por la fuerte injerencia de los capitales británicos que allí invierten- está ejerciendo mucha presión en el mercado, con envíos a Europa, África, Asia, Estados Unidos y Oriente. Los datos indican que hacia Gran Bretaña los envíos se incrementaron más del 100%. Esto, sin dudas, me atrevo a decir que Argentina está perdiendo mercados en materia de fruta fresca. Y entonces, ¿cómo se entiende que desde Sudáfrica vayan muchos cargamentos a Rusia, y a pesar de la guerra? La respuesta está en que los rusos mejoraron su perfil comercial. Entonces, ¿cómo debería proceder la citricultura argentina? Me animo a decir que, hoy más que nunca y retomando mis sugerencias de comienzo de año, debemos hacer un recálculo de la actividad en su conjunto. Porque la realidad indica que hay algunos productores están abandonando los campos, que hay productores que están cambiando de actividad y otros que están proyectando desarrollos inmobiliarios donde tenían sus plantaciones de citrus. Y en nuestro caso, que somos una familia tradicional que trabaja en la citricultura desde hace muchos años, estamos analizando cómo seguimos y redefiniendo nuestro perfil del negocio agrícola. Un tema no menor es la falta de mano de obra, como comentamos al principio. Así es. Es un problema preocupante del que debemos ocuparnos. Se trata de un problema fundamental que debemos analizar, situación que es común tanto para el limón como para la palta. En la citricultura local necesitamos que trabajen unas 40.000 personas, y hoy sólo tenemos unas 20.000. De este total, entre 15.000 y 16.000 personas trabajan con fruta fresca. En detalle, puedo agregar que, hoy, una persona produce 2.000 kg de fruta para industria, y 700 kg como fruta fresca. Entonces, nos preocupa saber ¿cuál va a ser la salida laboral para esa gente? Es un tema que Tucumán debe analizar, un tema sobre el que los factores políticos deben preocuparse y ocuparse. Todo esto conforma unas perspectivas muy complejas. Estos son los grandes problemas sobre los que debe trabajar el conjunto de la sociedad de Tucumán. Los productores, hoy, están viendo cómo salen de esta cosecha 2023, y en ese momento decidirán cómo siguen. El sector industrial citrícola tendría espaldas como para sostenerse. Pero el mercado de la fruta fresca no tiene salida. El panorama indica que la mayoría de los empaques no abrieron sus puertas. Entonces, ¿toda la producción se volcará a un solo mercado? Actualmente, el productor está dejando la fruta en las plantas si el precio no lo acompaña. Entonces: sin mano de obra, sin empaques funcionando y sin fletes demandados se conforma una crisis real. Hoy casi no existen alternativas. Tenemos que hacer equilibrio entre los costos por las nubes, los precios que no ayudan, la inflación mundial y trabajar con un dólar que no es competitivo. Estamos inmersos en una tormenta perfecta en la cual tenemos que movernos y encontrar una salida.
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