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El heno de alfalfa es el recurso más utilizado en la Argentina por el alto valor proteico y energético que le provee al ganado. Además, su textura y palatabilidad permite un correcto funcionamiento ruminal. A fin de que esta fuente de fibra clave cumpla con los parámetros de calidad que garantizan su potencial nutricional, los especialistas brindaron recomendaciones técnicas en la 5ª Jornada Nacional de Forrajes Conservados en el INTA Manfredi, Córdoba. Para Miriam Gallardo, los henos de alfalfa constituyen una "fuente clave de fibra efectiva (FDNef) para la producción ganadera, ya que permiten equilibrar las dietas y mejorar su textura y palatabilidad, al tiempo que proveen un alto valor proteico y energético". "Los desequilibrios de las dietas, tanto cualitativos como cuantitativos, representan una de las principales causas de pérdida de productividad en los sistemas ganaderos intensivos", aseguró Gallardo y recomendó conocer la calidad y el valor nutricional de los forrajes conservados antes de realizar una formulación o adquirir algún suplemento alimenticio extra. En este sentido, la especialista detalló una serie de aspectos de tipo cualitativos-organolépticos para que los productores tengan en cuenta para evaluar un heno. "En otros países, se evalúa -por ejemplo- que no contenga más del 5% de forraje extraño (gramíneas, malezas), que el 40-50% del peso como tal sean hojas y que solamente el 20% de las mismas puedan desprenderse del tallo durante la manipulación y que el 60-70% del forraje luzca de color verde brillante". Y si de calidad se trata, ésta varía entre las distintas especies forrajeras. De allí la importancia de controlar la realización de su henificación y conservación de acuerdo con los principios de la agricultura de precisión, es decir, conocer desde la implantación hasta la cosecha del cultivo.

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